DE LA SELVA SU DANZA
En mi empresa pasábamos por momentos difíciles. De los tres socios que éramos, se había retirado el aviador, pues como propietario de dos pequeñas avionetas, tenía a su vez problemas internos. Nosotros también quedamos agradecidos por su retiro, ya que nos enteramos, por él mismo, de que entre los varios problemas que estaba atravesando uno de ellos era el siguiente:
§ Hace tres noches, nos relató el amigo, me abordó un conocido narcotraficante, y me planteó que lo apoyara en el traslado de unos cargamentos entre dos localidades. Como compensación por seis meses de ese trabajo, me daría una avioneta de doce pasajeros. Como ustedes saben, mis avionetas apenas son de seis pasajeros. Pero esta propuesta es tan peligrosa que no sé qué hacer. De remate comentó. Aconséjenme ustedes, como amigos y socios, ¿qué debo hacer?
§ Lógicamente, nones, negativo, niet mi querido amigo. Una vez que tú tengas información que para ellos sea comprometedora, jamás podrás salir. Y si sales, será con las patas por delante.
§ Eso es lo que me preocupa, amigos. Este desgraciado realmente me ha fregado. Si acepto, estoy jodido, si no acepto, también, pues estos malditos no te perdonan cuando les das la espalda. ¿Qué puedo hacer, amigos? Denme una mano, me han metido en una vaina, en un callejón sin salida, estoy desesperado, que país de mierda el que tenemos, el que quiere trabajar miren lo que consigue.
§ Danos toda la información hermano, respondió Mario, hagamos un esfuerzo, siempre hay alguna salida.
§ Bueno se trata de uno de los más fuertes grupos que esta comandado por aquel que llaman “El avispón loco” y que está respaldado por otro grupo poderoso de Colombia. Tienen comprada a la gente de la policía y del poder judicial, tiene mucha fuerza estos malandros y como pueden ver hacen lo que les da la gana.
§ Pero si ellos pueden comprar sus propios aviones amigo, ¿por que tiene que fregar a la gente?
§ Es la estrategia que tienen para estar protegidos por empresas legales cuando ocurre algún problema, ya que de todas maneras tiene detrás a la gente de la DEA de Estados Unidos.
§ Es un asunto de gran envergadura viejo, tendrás que hilar muy fino para que no te involucren estos desgraciados.
§ Gracias amigos, decía con el espíritu compungido nuestro socio, de verdad se le notaba acorralado y preso de una gran inquietud.
§ Se me ocurre algo que te puede salvar Herman, le dije.
§ A este siempre se le ocurren buenas ideas, comentó Mario, A ver desembucha lo que tienes en mente.
§ No hay nada que hacer, socio y amigo, parece que la única salida que tienes es vender tus aparatos e irte lejos, a otro país, donde no te molesten estos desgraciados. No creo que éste sea el único lugar donde puedas trabajar. Agarra nomás tu manualito de inglés y vete tan lejos como puedas, por ejemplo, Australia o Nueva Zelandia.
§ Gracias, amigo, no había pensado en esa salida, creo que ése será mi camino.
§ Claro, dijo Mario, por allá podrás volver a comprar otros aparatos y seguir chambeando y no hay mal que por bien no venga, seguro que te ira mejor que aquí porque para los avioncitos hay mucho trabajo en Argentina, Brasil, o como dijimos antes en las regiones australianas.
§ C reo que me hará bien conocer otros aires, me da mucha pena tener que dejar todo esto con tan buenos amigos y la familia, pero hay que estar a la altura de las circunstancias.
§ Veo, que ya te volvió el alma al cuerpo Herman, nunca dejes de ser el mismo, vayas donde vayas.
Y efectivamente, tomó esa decisión, le costó mucho pero no tenía muchas opciones, los jugadores que lo había retado jugaban en las grandes ligas y resolvían sus asuntos a punta de metralletas. Con esos sujetos no había la posibilidad de diálogo. En ellos se había mezclado una fórmula explosiva. La mayoría de ellos eran personas resentidas y con poco instrucción y estaban dispuestas a todo con tal de lograr dinero en la forma más rápida posible. Resentimiento, ignorancia, pocos escrúpulos y mucho dinero se convirtieron en el motor de una industria ilegal que se puso al servicio de verdaderas organizaciones del delito colombianas, mexicanas y otras de Estados Unidos, muy bien encubiertas por supuesto, pero que tenían sus inversionistas entre la gente más destacada de Miami y otras urbes del gigante americano. Ante esta inclemente arremetida, el gobierno nunca pudo reaccionar, más que con tímidas alegorías, más para la prensa y para la foto, que en una verdadera estrategia de lucha contra el narcotráfico. Este capítulo de la historia peruana es tan largo, trágico y doloroso que bien vale tocarlo con mayor detalle, lo haremos en otro libro, pues en nuestras andanzas en la Danza de la Selva, tuvimos o accedimos a conocer muchas historias, que son dignas de darlas a conocer, para que los verdaderos peruanos puedan reaccionar y poner en el pecho ante este flagelo, que de no hacerlo destruirá a nuestro país inexorablemente, quemando sus bases y estructuras, como leña echada al fuego en honor de alimentar la economía de ese monstruo insaciable que es el capitalismo americano.
Para ellos solo somos combustibles que alimenta sus grandes calderas. No hay signos de humanidad en esa actitud de los americanos, y son artistas del doble juego. Oficialmente hacen grandes aspavientos con su política de ayuda contra el narcotráfico y el terrorismo, pero en la realidad cotidiana se hacen los “de la vista gorda”, pues su interés prioritario es extraer todas las riquezas de nuestros territorios coloniales, para su propio beneficio. Si uno de éstos es la coca, eso es secundario, mientras brinde buenas utilidades, y no habrá otro negocio mejor que el del narcotráfico, que disfrazado de ilegal, terminan por acumular grandes fortunas en las empresas del norte, sobre todo las financieras y las que se dedican al lavado de estos recursos mal habidos, con el conocimiento y el consentimiento de esos grandes hipócritas que son los gobernantes norteamericanos. Si ellos quisieran poner remedio en forma real a éste problema, sería muy fácil hacerlo. Bastaría que empleen una pequeña parte de los grandes recursos que usan en varios países para éste propósito y contraten a unos dos o tres laboratorios importantes y les den la tarea de industrializar la coco, esa maravillosa planta andina y extraer los 13 elementos nutrientes que posee, además de la cocaína. Eliminado el factor negativo, los positivos servirían en primer lugar para eliminar completamente la desnutrición, ese flagelo incomprensible, de nuestras regiones andinas y latinoamericanas y luego traerían prosperidad a los productores de la planta incaica. Pero hay justamente reside el problema. Si se arregla la economía de Bolivia, perú, Ecuador y Colombia y seguramente hasta de Brasil, entonces el gigante del norte no tendrá forma de tenernos sojuzgados. Podríamos ser economías libres y sin deudas. Con una sola planta resolver nuestra deuda externa y salir de pobres y con una economía fortalecida. De allí podríamos negociar con todos, incluyendo a los chinos, que serán la potencia del futuro. Indudablemente ese panorama no les conviene a los americanos, a los que se creen nuestros dueños y dueños de nuestros recursos naturales. Que tal paradoja la nuestra. Esa planta bendita que por algo nos heredaron nuestros mayores los Incas, ha sido denigrada, insultada y pisoteada. Si se emplea para alimentar esas bocas hambrientas y a la niñez desnutrida puede ser nuestra liberación. Pero los magos que dominan las finanzas la han capturado y la han convertido en su instrumento de enriquecimiento y en su herramienta de dominación. Por eso la manejan de manera que a ellos les favorezca y a nosotros nos amarre mas manos. Esta historia será materia de un libro completo y servirá para despertar a los que están dormidos y para levantar la cabeza en defensa de nuestra planta sagrada y de la economía que tenemos el derecho de disfrutar.
En cuánto a nosotros y nuestra naciente empresa, nos vimos reducidos a dos socios, pero esa decisión se llevó a cabo en un mal momento, pues las ventas habían decaído, y encima la entrega de su parte al socio en efectivo, nos dejó muy debilitados.
Nuestro negocio había tenido una etapa muy floreciente. Seis años antes, cuando dimos inicio a nuestras actividades, lo hicimos sin pensar en que el éxito comercial nos llegaría rápido. Pensamos en un desarrollo lento y a largo plazo. Y nuestra estrategia de trabajo saliendo de la universidad fue no buscar un trabajito mal pagado como hace todo el mundo. Nos propusimos explorar y explotar las riquezas de nuestra selva. Para ello seleccionamos diez proyectos entre los mejores y reunimos a 10 compañeros entre los más destacados de la universidad De estos diez posibles productos a desarrollar en la zona selvática, nos habíamos quedado con la transformación e industrialización de la yuca. Para tomar la decisión, la información que recibimos del Brasil fue decisiva. Un amigo que había realizado sus estudios de agronomía en ese país, nos contaba de los inmensos ingenios yuqueros que en ese país existían. De esta raíz, fabricaban chips para alimentación de ganado, harina para uso industrial y alcohol para combustible.
De ello dedujimos que era una planta maravillosa, que se prestaba a múltiples usos. Y de los diez proyectos, nos quedamos con éste. Y de los diez jóvenes que nos habíamos juntado al término de nuestros estudios, para llevar a cabo el proyecto, sólo quedaron cuatro. Los otros seís se comprometieron a irse integrando en forma gradual, a medida que el proyecto vaya madurando y pudiera pagar sus sueldos. En realidad les asustaba la idea de enfrentarse con la maraña de la selva, a esos niños criados en lecho de rosas. Preferían la comodidad de los asientos que les ofrecía la burocracia. Pero les hicimos pagar caro su cobardía, pues les dijimos que no se les podía excluir del compromiso de pagar el capital inicial, por lo que cada uno tubo que aportar con dinero o cualquier bien que pudiera ser vendido y convertido en el capital inicial que necesitábamos. Recibimos hasta sus cámaras fotográficas, televisores y otros bienes, los que pusimos a la venta para reunir el dinero que nos llevaría a la conquista de la selva. Los cuatro que quedamos hicimos gestiones para que el gobierno nos asignara terrenos dentro de los programas que venía ejecutando, en la selva central. En ese trance conocimos al piloto de nombre Herman Gonzáles. Como necesitábamos conocer los lugares donde se asentarían nuestras posesiones, lo contratamos para hacer unos vuelos de reconocimiento aéreo, de los terrenos que nos serían asignados. De estos vuelos nació una buena amistad y el piloto Herman, manifestó su deseo de ser parte del grupo. Para nosotros era una gran conquista, ya que la rapidez de la avioneta era muy importante para agilizar nuestros planes.
Los trámites sobre la adjudicación de los terrenos demoraban, y entre tanto salió una disposición de la oficina de transporte aéreo indicando que en cada aeropuerto sólo podía operar una empresa. En el aeropuerto de San Ramón donde nos encontrábamos, había tres empresas operando, todas dedicadas al transporte de carne, de los fundos del interior hasta un frigorífico de San Ramón, para luego llevarla hasta Lima.
Al presentarse esta coyuntura Herman nos invitó a su pueblo, en la selva de San Martín. Se trataba de un pequeño pueblo, llamado San José de Sisa. Si bien es cierto que estaba muy alejado y solo tenía contacto con Tarapoto, por avión, nos gustó el hecho de que la yuca se daba en abundancia increíble, y la familia de Herman tenía una buena cantidad de hectáreas de terrenos, los que podríamos dedicar a la producción. Asimismo, había muchos productores que estaban dispuestos a abastecernos en forma inmediata Esto nos entusiasmó y nos decidimos a comenzar allí nuestras operaciones.
La producción de harina de yuca es muy sencilla. Ayudaba mucho que algunas operaciones las hacíamos con la ayuda de la mano de obra de las mujeres, las que eran muy hábiles en el pelado. Una tonelada de producto desaparecía en menos de una hora y media, en un equipo de tres mujeres. Se preparaba una masa tosca, con un rodillo de madera, la misma que era cernida en una malla también muy tosca. Pasaba una buena cantidad de fibra a la harina fina, pero ello no constituía problema, pues luego de sacada todo junto con la harina, esa fibra era eliminada en un tamiz especial, quedando el producto final muy fino e impalpable. La ventaja era que a diferencia de la papa, la fibra de yuca no oxida, por lo que no mancha el producto final, que siempre quedaba muy blanco.
Para sorpresa nuestra, el producto empezó a tener pedidos cada vez más urgentes y en cantidades crecientes. Eso nos causó sorpresa. Al principio creíamos que se trataba de la calidad del producto y que por ello estaba desplazando a sus similares. Criterio falso.
Uno de nuestros buenos clientes era un chinito de la parada, que pasando el tiempo nos enteramos que era uno de los más grandes importadores de almidones del extranjero. Este llegó rápidamente a ser un buen cliente pero nos tenía amenazados con que no nos compraría más si en la próxima no le llevábamos el doble de lo que habíamos entregado. Si le habíamos entregado dos toneladas, el bandido exigía diez. Para nosotros eran bienvenidos los pedidos, siempre y cuando los pudiéramos atender. Pero llegó el día en que no se pudo. Así que nos sentamos a hablar con el chino y esta vez le exigimos nosotros que nos explicara qué era lo que estaba pasando.
§ Bueno, como sel buen amigo, chinito decilte.
§ Qué está pasando, don Juanito, la verdad es que estamos desconcertados. La fábrica no puede producir más porque las yucas tienen la mala costumbre de madurar en un año. Antes no se puede cosechar, porque no es rentable.
§ Lesulta que chino plesidente, ha celao los pueltos. Chinitos ya no podel trael almidón de Polonia ni de Holanda. Ultimo stock de chinito se esta telminando, y pol eso chinito esta desespelao. Ploblema es glave, polque dando hasta decleto ley con cuento de sustitución de impoltaciones.
§ Bueno, tu problema es grave, don Juanito, ¿y cómo piensas hacer para remplazar esas importaciones?.
§ Clientes sel cada vez más blavos, pol eso estamos mezclando ploducto impoltao con halina yuca. ¡Pelo eso sí, sólo pala ustedes, ah! Con eso tal vez tenemos hasta seis meses, después agalando pistola y volando cabeza.
En ese momento, se nos ocurrió aquello de que llanto ajeno, puede ser alegría propia, y al momento propuse.
§ Don Juanito, vamos a las cosas prácticas. Nosotros no podemos producir más en nuestra fábrica, pero si tuviéramos dinero, podríamos promover que otros produzcan y juntando todo eso, podemos estar llegando a tu almacén con varios camiones llenos de producto.
§ Eso intelesal mucho, ¿cómo estal pensando? Mario, mi compañero, había agarrado al hilo el asunto y contestó.
§ Sólo se necesita un poco de dinero, don Juanito. La selva es inmensa, más de la mitad del Perú. Si hay dinero, nosotros podemos traer más de lo que venía de Europa.
§ No sel pendejo, jovencito, ustedes muy jóvenes pala esta vaina, platita cuesta mucho conseguil.
§ Hay momentos en que hay que saber arriesgar, don Juanito, y éste es uno de ellos.
El hombre se quedó un buen rato pensativo, la propuesta para él era sin duda tentadora. Por fin, cuando abrió la boca, dijo.
§ Mi emplesa necesital con ulgencia almidón, podel pagalse buen plecio, pelo metelse a invelsionista con mocosos, muy difícil. Plopongo adelanto. Si ustedes dalme galantía, yo doy buen adelanto. Con eso ustedes tlabajal.
§ Con eso no será suficiente, don Juanito, porque yuca, sabemos que hay en muchos lugares, pero hay que llevarles máquinas, motores y hacer los campamentos. Se necesita buena plata, pero eso sí, garantizamos que vendrá cantidad y con la misma calidad.
§ Empesal con adelanto pue, si muchachos sel cumplidos velemos más adelante más platica.
Nos pusimos a corretear de inmediato. Había nacido una idea con excelentes perspectivas. Con Mario, mi socio, sintonizábamos en la misma onda en todo. Cuando yo estaba en la mitad de una idea, él completaba la otra mitad al instante.
Hicimos un diseño adecuado para la selva de la maquinaria necesaria para un proceso rápido. Pusimos un largo eje central, movido por un motor Brick Straton, de 16 HP. En este eje pusimos todos los procesos en húmedo para la derecha, y los procesos en seco para la izquierda. Al final del eje, se instalaba una bomba de agua, pues todo el proceso se hacía con mucha agua. Felizmente, en la selva, en la mayoría de los casos bastaba escarbar algunos metros y se encontraba agua de buena calidad.
Con este esquema, nos fuimos al taller de un señor, que quedaba en el fin del mundo. Se había ubicado más allá de Puente Piedra, en los arenales del Zapallal. Era un señor que se dedicaba a la construcción de molinos, peladoras de arroz y otras máquinas agroindustriales. Lo interesante de su taller estaba en que, al estar alejado, sus precios eran más bajos y convenientes para atraer a la clientela. Era un gran adaptador de máquinas en desuso para otras finalidades. Típico peruano creativo para empujar la sobrevivencia. Lo que nos gustaba era que Salazar, que asi se llamaba, se involucraba en cada proyecto como si fuera él mismo quién al final lo ejecutaría.
De inmediato le gustó el proyecto, sobre todo la parte en que podrían hacerse más de una docena de equipos completos.
Dejamos al hombre trabajando, con una parte del adelanto del chinito don Juan, y nos fuimos a la selva a buscar los posibles clientes. Teníamos noticias de que en Tingo María, había una pequeña planta de yuca.
Eso fue suficiente para enrumbar hacia allá. No encontramos la planta, pues ya se había desactivado. Allí recogimos información, de que en un pueblo vecino llamado Aucayaco, había un señor que tenía extensas plantaciones de yuca.
Dimos con él efectivamente. Se trataba de un colono, que ya estaba en la zona más de veinte años. Su negocio estaba en varias hectáreas de naranjales, otras frutas en menor escala y una gran extensión de yuca.
La amistad se dio de inmediato, no sólo por la natural hospitalidad de nuestros agricultores, sino porque era audahuaylino como yo. En mi caso, no conocía mi propia tierra, pero con él hablamos como si hubiéramos estado allí la semana pasada. Nos dimos también con la sorpresa de que este amigo, ya había iniciado la producción en forma artesanal de la famosa harina, y nuestra llegada le pareció como de muy buen presagio. Cuando le dijimos que le compraríamos el total de su producto, nos contestó:
§ Amigos, a ustedes los manda mi ángel guardián,…..
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