martes, 9 de octubre de 2007

lunes, 8 de octubre de 2007

La Danza Maravilla de Villarica

La Danza Maravilla de Villarica


Era un valle hermoso, un clima que queda marcado en el recuerdo, y una época en que todo parecía perfecto. Nunca supimos que hubiera hambre. Nuca vi limosneros en la calle. Había pan del bueno para todos, había trabajo suficiente. Viviendo los tiempos de ahora con tanto alboroto y tanta corrupción no entiendo por que no se puede gobernar el país como se hacía antes. Pero no solo del pan vive el hombre, como en todas las épocas los jóvenes vivíamos pendientes de la música y que linda música era la de ese tiempo Estaban los Panchos, que hacían suspirar hasta a los corazones mas duros o a los corazones remendados acompañados de una larga lista de músicos mexicanos a cada cual mejores tanto varones como mujeres. Estaba la sonora Matancera que hacía bailar hasta a los descreídos. Estaban las canciones de los brasileños con su ritmo alegre y juguetón en competencia con los argentinos que se habían apropiado de las baladas y el ritmo zumbón.
La música nos extasiaba como a todos los jóvenes y de verdad la disfrutábamos con verdadero placer. Pero estaba principalmente nuestra propia música que no se dejaba pisar el poncho por las melodías extranjeras y era tan variada que daba gusto. Multitud de conjuntos se disputaban la preferencia del público llegando a través de esa cajita mágica de la radio, que recién hacía su aparición en nuestro medio. Para nosotros este pequeño aparato era todo un descubrimiento y le sacábamos todo el provecho posible, pero lo más lindo era moverse al compás de cada ritmo, inventar pasos nuevos buscando la armonía entre los cuerpos el movimiento y la música. Algún día tendré suficiente tiempo para hacer una lista completa de los discos que llegamos a juntar en esa época. Eran tantos que lo único útil que se nos ocurrió hacer, fue compartirlos con los otros jóvenes del pueblo por medio de un programa radial. Fue una decisión audaz porque éramos todavía muy jóvenes, la mayoría bordeando los 13 años, pero fue una acción muy gratificaste porque nos enseñó la importancia de compartir. Aprendimos que compartiendo aquello que nos producía gozo, era doblemente gratificaste.
Una sonrisa en el rostro de aquellos que no podrían comprar un disco, porque en aquella época eran muy caros, era para todos nosotros una alegría y tenían la libertad de pedirlo cuantas veces quisieran y hacer los comentarios que se les ocurrían. De allí nacieron muchas anécdotas que recordábamos con regocijo. Por ejemplo aquella de que nosotros no teníamos una colección personal sino era de un grupo de muchachos organizados en un club juvenil. La colección fue creciendo justamente con el apoyo de mucha gente pues a uno de los chicos se le ocurrió que por los cumpleaños cualquiera podía dedicarle un disco al festejado, disco que se le cobraba a la módica suma de un sol de entonces. Esta suma estaba al alcance de todos y llegó a tener muchos aficionados. Luego de pagadas las dos horas del programa, nos quedaba siempre una cantidad interesante que a fin de mes servía para encargar a la capital otra buena tanda de discos nuevos, con lo que siempre estábamos al día con lo más reciente.
Pero no era solamente la música, en realidad disfrutábamos de todo lo que hacíamos. Bastaba un paseo o ir de pesca para que diéramos rienda suelta a toda nuestra energía, como si ésta hubiera estado guardada dentro de un resorte para luego salir saltando e inundándolo todo de esa alegría de vivir que ahora vemos tan poco o muy raramente.
§ Mira hermano decía Victor por que no nos vamos el sábado a Auquibamba para comer un churrasco de venadito.
§ Ya salió el tragón, no quiere solamente un churrasco común y corriente, quiere nada menos que de venadito.
§ Que te han hecho los benditos animalitos para que pidas un churrasco con esos ojos que ya no aguantas P ta.
§ Bueno tu papá nos dio permiso el otro día. Nos dijo que había una tropita de animales que le estaban perjudicando los alfalfares. Se trata de hacer una buena obra nomás hermanos.
§ Es cierto lo que dice este bribón, terminaba por aceptar Barni, pero ya saben las reglas, no se puede cazar a ninguna hembra ni al jefe del grupo, que es el que los cuida.
§ Y bueno cuando se les casa, se ausentan por varias semanas y tu papá podrá estar mas tranquilo.
§ Que sapo es el bandido, por eso no te preocupes cumpa, siempre hay quién se encarga de espantar a los animales, pues cada campo tiene su responsable.
§ Pero hay que ayudarle pues cuñadito, y de paso doña Susana nos prepara un churrasquito encebolladito, con sus cebollitas y sus tomatitos recién cosechados, no te digo….y si le pone al lado su papita frita ¡hay…..me muero!
Ya perecía que el sinvergüenza de Barni estuviera frente al plato que describía con lujo de detalles. Era cierto que un plato salido de las manos de mi abuela o de las artes de doña Susana su alumna eran para recordarlos durante meses y se quedaban grabados en la memoria para contarlos a las generaciones venideras.
Todo lo que se hacía era con esa plenitud de vida que recuerdo. Cada pieza estaba en su lugar, por eso más adelante dimos en llamar a esa época “Los Años Maravillosos o para los neófitos la Danza Villa Mara.”
Y el padre a pesar de ser tan estricto no podía controlar nuestros movimientos. Ese era su propósito por supuesto pero sólo lo logró con mi hermana porque había un internado para señoritas en un colegio de monjas a donde fue a para la pobre y solo salía los fines de semana. Con nosotros solo podía emplear el miedo que en ese entonces era la forma que usaban todas las familias para poner en vereda a sus inquietos hijos. Pero con nosotros a pesar de que teníamos gran temor al carácter del padre, más podía la inquietud que movía nuestros pies como si tuvieran cosquillas. Y como en varias ocasiones nos habíamos dado buenas escapadas y no llegó a pasar nada, entonces nos acostumbramos a proceder con mucha libertad pero siempre guardando las espaldas. Es esto contábamos con la complicidad de nuestra madre, que nos daba permiso a escondidas. Y más aún la protección de mi abuela que nos amparaba de todo mal.
Lo curioso era que haciendo tantas cosas aparentemente no quedaba tiempo para la escuela y no era así cuanto más cosas hacíamos en el colegio nos iba muy bien. Disputábamos los primeros puestos y eso era parte de una cordial competencia. No éramos chancones eso si, pero la dedicación que le dábamos al parecer era un espacio de calidad, pues dominábamos los cursos bien lo que quizá era producto de un trabajo en equipo .
Pero este capitulo está dedicado al padre no a las travesuras de los hijos y los amigos. En pocos años había puesto su nombre en relieve conquistando a lo mejor de la sociedad de la capital del departamento. Sus métodos productivos le había permitido subir a donde están los mejores, lo que a ellos les había tomado años de años. Esto le dio prestigio y pasaba como un empresario que había traído considerables inversiones al trabajo de la explotación agraria. Y en realidad no era así. Su secreto era poner audacia y tesón en proyectos que otros no le daban importancia. Por ejemplo enlazar los tres pilares de la producción. La industria, la ganadería y la agricultura. Pocos hacían una cadena con estos tres elementos, o bien se dedicaban al engorde de ganado, a la fabricación de aguardiente de caña o a la agricultura por separado. Uno solo de los hacendados de entonces hacía dos cosas y con gran dificultad pero destacaba entre todos los demás por ese rasgo. En cambio el padre supo combinar las tres actividades de manera que la mesa se sostenga bien en tres sólidas patas. Era fácil darse cuenta que eran actividades complementarias y cada una mejoraba la rentabilidad de la otra. Por ejemplo en la explotación de caña de azúcar, sacar aguardiente ya era una gran proeza. Sin embargo el desafío estaba en sacar otros productos como licores derivados del aguardiente. Licores que luego de una segunda destilación podían convertirse en muchos tipos de presentaciones, con el simple agregado de sabores de frutas, hierbas aromáticas y otros ingredientes. Del jugo de la caña, se sacó chancaca, y varios tipos de azúcar. Del bagazo de sacaba suplementos alimenticios para los animales moliéndolo y agregándole otros restos de los productos del molino de granos y restos de la agricultura, todo bien molido y mezclado. De las hojas en ves de quemarlas como hacían todos, el padre las mandaba cortar por medio de unos machetes curvos y luego de picados, lo daba de forraje a los animales.
Eran pequeñas cosas que juntas hacían una cadena de pequeñas contribuciones que a la hora de hacer las cuentas sumaban y lo hacían muy bien, ya que en poco tiempo Alfonso se convirtió en el cliente favorito de los bancos. Los gerentes gustaban de pasar los fines de semana en el fundo con todo su familia, lo que les permitía ver de cerca los progresos e innovaciones que Alfonso iba introduciendo en la explotación, saliendo por completo de la forma tradicional que imperaba hasta entonces.
Cada quién en su mundo vivía una etapa de sus años maravillosos, pensando ingenuamente por supuesto, que siempre sería así, y que por el contrario todo debía mejorar aún más con el correr de los años y el esfuerzo convertido en una gran empresa.
Nosotros los hijos que teníamos diversas edades cada cual tenía su grupo o pandilla que se desgañitaba a su manera y podía poner toda la imaginación posible para idear entretenimientos de toda índole. Allí se daba el espacio necesario para intentar todo lo que podía ocurrírsele a una mete muy imaginativa, y siempre sería poco para las posibilidades que daba un terreno con mil accidentes geográficos. Era común juntar unos 15 muchachos todos a caballo y ponernos a hacer carreras o bien formar dos grupos y hacer guerras entre pandillas que poco faltaban para ser completamente reales, pues terminaba con una buena cantidad de heridos que luego tenían que consolarse con las cremas curativas y los suculentos almuerzos de la Abuela Hono y la gigantesca doña Susana, que era la reina de los cuarteles donde estaba la cocina.
Cada quién tenía un paraíso a su medida, pero lo que era general para todos era comprender de acuerdo a la filosofía andina que la esencia de todo el bienestar radicaba estaba basada en el trabajo. Cada uno desde los más pequeños pasando por los adolescentes y los mayores tenía una obligación en ese mundo organizado. Cada quién tenía que cumplir con su pequeña parte lo que convertía nuestro paraíso en un lugar de armonía de cielo y tierra.

DANZA CON LOS APUS

DANZA CON LOS APUS



Igual que mi padre en su momento, el resentimiento me llevó a refugiarme en el pueblo de mi nacimiento. Toda la rabia y la impotencia traté de resolverla en un acto de venganza. Tal vez lo que nos salvó fue que lo tomamos un poco a la broma al principio. Pero después se fue convirtiendo en una verdadera cruzada. Cuando faltaban las fuerzas o cundía el desánimo al chocar con la dura realidad, bastaba recordar las afrentas recibidas para recobrar las energías allí donde se iban diluyendo en la vorágine de las dificultades cotidianas. A veces simplemente faltaba dinero para seguir adelante y estábamos a punto de tirar la toalla.
Lo bueno de entrar un poco en el terreno de la minería fue que podíamos trabajar en medio de los andes mismos. Por ejemplo, para buscar el terreno apropiado para instalas la planta de chancado, tuvimos que recorrer extensas áreas de terreno. Allí la misma hermosura del paisaje nos llevaba ha realizar recorridos cada vez más amplios. Era como un baño de luz y claridad. Era descubrir un nuevo mundo limpio, puro y sin mácula. Era como un remedio para el alma el que no habíamos buscado, pero que al encontrarlo nos hacía sentir agradecidos. Bastaba conversar con unos cuantos humildes pastores de ovejas o llamas para recuperar la fe en la humanidad. Para descubrir que había lugares donde la maldad nunca podría llegar, porque siempre tendría la protección de los Andes, y con ello de sus apus y dioses milenarios.

Un día tuve un curioso encuentro en una de esas estribaciones andinas con un grupo de mineros informales. Ellos se habían enterado que estábamos moliendo minerales y nos pidieron que les moliéramos unas cuantas toneladas de material aurífero que venían explotando en las zonas altas del río Chumbao. Llegamos a un acuerdo con ellos quedando en que trasladaran sus materiales a la planta de molienda. Lo que me dejó profundamente intrigado es que en los próximos meses, llegamos a tener información de centenares de lugares que podían ser explotados por la pequeña minería en términos bastante estables. Por decir algo, un peón agrícola ganaba en ese tiempo 10 soles o nuevos soles. El oro tenía una cotización de 30 dólares como mínimo Trabajando medio tiempo, ya que el resto se supone que debe trabajar la agricultura, el mismo peón puede sacar la suma de treinta soles. Con la cantidad de material existente, había para darle trabajo a varios miles de personas. El problema era que nadie se interesaba de manera seria en buscar mejorar la situación de nuestros campesinos. Como esta habían muchas maneras de llevar una significativa mejoría para la gente que vivía sumada en la pobreza sin tener por que estar en esa situación, estando rodeados de tanta riqueza.

Los mineros trabajaban realmente en condiciones muy difíciles. El mejor mineral estaba en lugares bastante inaccesibles. Lo normal era que llevaran un camión hasta donde éste podía llegar, a donde trasladaban el mineral a lomo de animales, ya sean burros, caballos y hasta llamas. En estos traslados conocí al dueño de una piara de llamas, que de lejos se le notaba como un personaje diferente a todos los demás. Me llamó la atención desde el principio, ya que se conducía con un señorío poco común.. Varias veces traté de conversar con él, pero a más de un saludo era imposible sacar palabras de su boca. Tampoco se puede decir que era tímido o rehuía a la gente. Su mirada era serena y frontal, tal vez con un ingrediente de superioridad.
Cómo era difícil hablar con él me puse de acuerdo con los mineros para que le dijeran que quién le pagaría por el alquiler de sus llamas sería yo.
En su próximo viaje se llegó hasta mis oficinas, dónde sentándose muy ceremoniosamente frente a mi me dijo a boca de jarro en su quechua perfecto
§ No era necesario que me hagas venir tan lejos, por tan poco dinero, es otra cosa que quieres de mi. Espero que me digas que quieres.
§ Ya que vienes con ganas de pelea, le contesté, te diré en forma directa que me preocupa.
Normalmente los indígenas no usan un lenguaje tan directo, y se dirigen a los mistis con bastante respeto, por lo que me sorprendió la actitud del personaje. Tenía este una edad indefinida. Parecía mayor, pero por la energía de sus gestos parecía bastante joven. Me desconcertó un poco su actitud, aunque no era arrogante ni descortés, era muy diferente a la de sus paisanos.
§ Bueno amigo, le dije, es cierto que te he hecho venir a propósito ya que como siempre han podido pagarte a la entrega de la carga, Lo que quiero saber es si me puedes hacer de guía por las lagunas altas que están encima de la zona donde trabajamos. Al pastar tus animales en esos terrenos seguro que conoces mejor que nadie.
§ Mas que pasear, veo que te inquietan otras cosas. También veo que no eres como muchos de esos mistis ignorantes, que solo por vivir en la ciudad creen que pueden tratar mal al indio.
§ Estas en lo cierto. Pienso que todos somos iguales. También has adivinado que son muchas las cosas que me preocupan. Soy serrano pero he regresado luego de muchos años de andar por el mundo. La verdad es que estoy un poco confundido. Quiero conocer mejor lo que es la cultura de nuestro pueblo.
§ Ahora si estamos en el camino. Para andar por las alturas hay días propicios. Te vendré a buscar en dos semanas, pero tienes que disponer de tres o cuatro días, para que tu camino sea provechoso. Y saldremos muy temprano ¿Estas de acuerdo?
§ Totalmente amigo, te estaré esperando.
No fue una sonrisa el gesto con que se despidió el hombre, pero se notaba claramente que era un gesto de simpatía. Dio media vuelta y se retiró. Ya cuando se retiraba, me fijé en vestimenta y pude apreciar que usaba un traje de bayeta completamente confeccionado de lana, parecido al que usaban los antiguos pobladores de las zonas más frías, pero lo llevaba con tal elegancia que pasaba desapercibido. La única diferencia era el sombrero, que le daba un aire de elegancia inusual en sus congéneres. Lo curioso era que hablaba ya en quechua o en castellano con bastante perfección. Mentalmente si le quitaba el atuendo podía imaginar a un catedrático que había conocido en la Universidad San Antonio Abad del Cuzco.
Así comenzó una inusual aventura que me llevó a recorrer grandes extensiones de las partes altas de la Provincia. En realidad todo un mundo nuevo y todo un descubrimiento. Cada paisaje que me llevó a conocer el hermano Pumasoncco tenía una fuerza increíble, ya podíamos estar en la puna. O contemplando inmensos lagos desde una colina cercana, o recorriendo un escarpado cerro más propio para las cabras. Todo tenía una pureza y una hermosura sin límites. Pero lo más interesante era que también las largas conversaciones con Autarqui me acercaron al descubrimiento de una cultura que creía había muerto.
§ Los Andes me decía el hermano Pumasoncco son los guardianes de la cultura de nuestro pueblo. Todo lo mejor de nuestro país de alguna manera tiene que ver con los andes.
§ Enséñame hermano Autarqui, de donde viene ese conocimiento que tienes, al parecer tienes respuesta para todas las preguntas.
§ Lo que yo predico viene de dos vertientes. Uno es el conocimiento ancestral que se trasmite de generación en generación. Mucho de lo nuestro se ha perdido. La otra vertiente es la formación de un grupo de investigación que se ha formado hace ya varios años en el popote del Mundo en el Cuzco. Con ellos nos reunimos cada cierto tiempo para dar cuenta de nuestras investigaciones y para compartir nuestras experiencias. La idea es recuperar lo principal de esa rica herencia del pasado.
§ Sin duda esa cultura que llegó a tener esos grandes logros, debió tener conocimientos muy avanzados en muchos terrenos.
§ El secreto hermano, era lograr el equilibrio. Que sepamos la organización social andina tenía tal organización que todos tenían sus necesidades satisfechas. Pero estaba claro también que en la sociedad comunitaria todos debían aportar lo necesario para que todo el sistema funcione.
§ Seguramente a ello se debe que desarrollaron muy bien la agricultura, y luego muchas formas de guardar las cosechas por mucho tiempo.
§ Así es amigo, a pesar de que se llegaron a dominar las aguas, mucho más que en nuestros días, asegurando las cosechas, siempre había un excedente que se guardaba para los tiempos malos. Esa reserva en algunas zonas podía durar para varios años.
§ Pero háblame que se entiende por ese equilibrio.
§ El hombre debe estar en armonía con el lugar donde vive, con la naturaleza. Pero también esa armonía debe ser con el cosmos, con todo el Universo, pues somos parte de él. Logrado ello se reflejaba en una armonía interna, personal íntima, alcanzando a los diferentes planos del espíritu del hombre. Todo ello en una palabra era el equilibrio.
§ Es asombroso hermano que una cultura aparentemente sencilla, resulte siendo en muchos aspectos superior a la cultura brutal que la conquistó.
§ Eso tiene su explicación. La historia cuando sea escrita imparcialmente dará cuenta de esa negra etapa. Pero no nos corresponde a nosotros esa discusión. Lo que queremos hacer es lograr un movimiento de recuperación cultural, como la única solución que rescatando nuestra cultura, luego pueda rescatar a toda la nación. Por el camino que vamos, con esa degradación moral que lo corrompe todo solo podemos hundirnos más cada día y cada año.
§ Justamente mi presencia en este pueblo andino obedece a la vergüenza y profunda decepción de esa sociedad que yo creía sin salvación.
§ Se lo que te han hecho hermano, a ti y a toda tu familia. Y les han afectado más esas afrentas porque ustedes fueron con el corazón sincero, y lucharon como verdaderos leones. Solo te puedo presentar mis condolencias. Pero has venido al lugar indicado. El Apu del Ande lo purifica todo. Aquí se concentra la energía del cosmos. Tiene tanta fuerza que es capaz de sanarlo y purificarlo todo.
§ No te voy a preguntar como sabes de mi historia. Pero es exactamente como lo has descrito. Ha sido muy doloroso. De veras. Pero ahora comprendo que todo tiene su motivo. Siento que luego de mucho tiempo empieza a llegar a mi corazón la paz y la resignación.
§ Para avanzar en ese camino hermano tienes que pensar que cada casa en este mundo tiene su lado positivo y su lado negativo. Tus esperanzas eran una aspiración justa. Pero ahora que no lo lograste piensa que logrando tu sueño, entrabas hacia un camino fácil. Lograbas una bonanza fácil a los bienes materiales. Eso tiene su parte positiva, pero también su lado negativo.
§ Con la bonanza hermano cargas también parte de esa carga negativa de la gente con la que te juntaste. Como son tus socios, si trabajas con ellos muchas veces tienes que cerrar los ojos a muchas cosas negativas que ves con tus ojos. La repetición de esos actos los van haciendo naturales a tus ojos. Al final eres un poco malo como ellos no?
§ Nunca lo había visto desde ese ángulo. Tienes razón. Estando con la basura, no puedes quedar limpio. Gracias hermano el otro beneficio seguro es que con tus palabras te has llevado la mitad de mi rencor. Que carga pesada es pensar todos los días con cólera en lo que te han quitado.
§ Cuánta energía desperdiciada hermano. Si esas horas que has dedicado a rumiar tus penalidades, las hubieras dedicado a construir, ya tendrías un edificio de diez pisos.
§ Tienes que enseñarme hermano a desprenderme de esta otra mitad que todavía me pesa en el alma.
§ No preocuparse hermano. Mira ese cerro. Es pura piedra cargada de mineral y de cuarzo. Sabias que la piedra y sobre todo el cuarzo tiene la propiedad de concentrar la energía que nos llega del Universo como una bendición?
§ Me pongo en tus manos hermano. Quiero que mi alma encuentre su Auquibamba.
§ Ya estas comprendiendo hermano, esa gran riqueza que buscas está dentro de ti. Solo debes aprender a vibrar con la fuerza que viene del cosmos para eliminar lo malo que alberga tu corazón y una vez purificado encontrar la riqueza con la que siempre soñaste.
Por su puesto luego de esta conversación descubrí el porque de la atracción que me había producido la sola presencia de Antarqui. Una mano invisible me había traído al lugar de mis orígenes, a donde como hombre cosmopolita, nunca pensé en regresar. Ahora me explicaba aquella serie de coincidencias que de una forma y otra me habían traído hasta aquí. Primero fue la idea de descansar solo un añito, curar y lamer las heridas, cómo esos andinos que bajan a los valles de la costa y luego de un arduo y extenuante trabajo contraen la tuberculosis. Pálidos y perdidos solo atinan al retorno como único medio de poder curarse. Así estaba yo, pero había contraído algo peor que una simple enfermedad del cuerpo. Esos cochinos, Kanras le dicen en mi tierra, habían logrado enfermar mi alma. Podrán los andes cargar las baterías que estaban al limite?, podrán recupera la energía perdida de esas últimas jornadas, que nos habían dejado no solo extenuados, sino desgastados y decepcionados de la humanidad.
Por otra parte siempre había tenido una gran admiración por la cultura andina. Pero era la primera vez que me acercaba a buscar respuestas que explicaran de una manera auténtica sobre ese legado que era evidente, pero que no estaba escrito en los libros de historia, más que como unos relatos sin mayor trascendencia. Era la primera vez que tenía la evidencia de que no era una cultura muerta, sino que estaba viva y consciente de que el pasado tenia un peso importante en la disposición del futuro. Autarqui estaba convencido de la responsabilidad que tenía su gente, pero también seguro que el rescate del pasado era tan contundente que un día tomaría la responsabilidad de enderezar todo lo que estaba torcido y tomaría las riendas del gobierno. Esta tarea podía demorar tal vez varios años, pero sería una realidad. Las acciones como el terrorismo o la llegada de falsos Pachacutec a la presidencia demoraba el proceso en vez de acelerarlo. Pero eran acciones inevitables. Unos llevaron su fanatismo hasta extremos de terrorismo desesperado, El otro solo usaba su cara para lograr algunos propósitos mezquinos y de grupo, Su corazón estaba muy lejos del equilibrio necesario, de los pensamientos de grandeza, de la comprensión de que era muy sencillo cuando la mente estaba en armonía y el corazón abierto.
Pero era todo lo contrario. El cerebro estaba contaminado con los estupefacientes, su estómago y su sangre lleno de alcohol. Pero lo peor era su corazón enturbiado por la ambición del poder y del dinero. Así era imposible tener el pensamiento claro. No era más que una fuente de más confusión, después del paso del dúo de los malignos.
Pero tal vez era necesario llegar hasta el mismo fondo del abismo. Desde allí se lavará la cara del país y se le dará un verdadero futuro. Cada día había más soldados que luego de ser purificados por los andes, bajarían como milenarias hormigas llevando la armonía integral a todos los rincones del Perú. El mensaje sería muy simple y muy sencillo, pero también muy contundente. “Ama Sua, Ama Quella, y Ama llulla. Cumpliendo fielmente estos preceptos, todo lo demás se dará por añadidura. No se necesita más.


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Nota de la Redacción: Auquibamba, significa Casa del Príncipe, o Casa del Hijo menor del Inca.

La Familia de Alfonso; Tiene su propio APU y se llama Aputayta, traducido al castellano es Cerro Padre. O Cerró progenitor. Origen de las Cosas.

La Familia de Alfonso tiene una historia muy rica que se remonta en los Andes a 1000 años y en Europa y Asia menor unos 3000 años.

La Otra DANZA LA GRAN ESTAFA

LA OTRA DANZA LA GRAN ESTAFA



En nuestro país no hay forma de aburrirse. Pasa cada coso que es para el registro de Guines o para Ripley. Es más, debemos ser los campeones a nivel mundial. Déjenme contarles una de vaqueros. La mayor parte de los lectores seguramente opinará que este cuento es producto de una fértil imaginación. Lamentablemente es más real que el peso de mis culpas.
Recordarán la época de la privatización, tan entusiastamente promocionada por Fujimory. Pues bien en esa ola se embarcaron muchos, entre ellos mi hermano menor Adolfo, quien había acopiado mucha experiencia en el sector, por lo que lo llamaron a preparar los perfiles de las empresas eléctricas, que serían presentadas ante los inversionistas internacionales. Varios lo ayudamos para que la presentación sea de lo mejor. Se contrato a varios profesionales de la Universidad de Lima para la parte del diseño gráfico. Muchachos frescos con conocimientos de última generación.
La información que debimos procesar y resumir era como una ventana nueva desconocida para el común de los mortales. Nos permitió ver que realmente se necesitaba de la inversión extranjera. Pero por supuesto desde un inicio creímos en la buena intención del gobierno y le pusimos como siempre, alma corazón y vida al trabajo.
La cantidad de empresas eléctricas era considerable y por otra parte el estar en manos del estado era un freno para su desarrollo, pues ya estábamos por el 20% de déficit. Situación incomprensible considerando que era en su mayoría empresas rentables. Por su puesto, se detectó de inmediato que estas empresas se convertían muy pronto en el patrimonio de los políticos de turno, quienes incrementaban personal con cada cambio de gobierno. En favores políticos se disponía pues del dinero que debía ser destinado a incrementar la producción, lo que debía permitir el retorno de los préstamos externos que se había usado en la construcción de las grandes Hidroeléctricas.
§ Quién te dice hermano que el trabajo se entregó con dos meses de adelanto. El Ing. Responsable en vez de agradecer la prontitud comentó
§ No debes ser tan apurado cholo. Por el contrario yo estaba esperando que me digas que hay grandes dificultades para la entrega oportuna y que necesitas un pago adicional.
§ Pero el ministro dijo que era urgente.
§ Esos decires son para la prensa cholito, ponte mosca, si vamos por ese camino no vamos a tener un sencillo para repartirnos.
§ Tengo entendido que hay mucho trabajo pendiente aún. Recíbeme éste y a ver si podemos ver lo que sigue.
§ Uy compadrito creo que te quemaste, mira nomás lo que has traído, nosotros te hemos pedido un trabajo sencillo de resumen. Lo que has hecho esta muy completo y muy bien pero no vamos a poder pagarte lo que vale, pero si te has mandado con una edición de lujo viejo.
§ Bueno siempre nos ha gustado hacer las cosas bien, consígueme algo con una de tus teorías, tan buenas que las tienes y de eso que vaya un veinte por siento, que te parece,
§ Pues no-solo me parece bien, sino recontrabien. Ya se nos ocurrirá alguna cosa. No será difícil créeme, la chamba quedo muy bien.
Luego se hicieron algunos trabajos complementarios al primero, tratando de sobrellevar a esa maravillosa burocracia, que en vez de levantar al País parece no importarle darle jalones hacia abajo, mirando únicamente el lucro y beneficio personal.
En el proceso nos íbamos convenciendo cada vez más de que todo este sector estaría mucho mejor en manos privadas. Para propiciar ello se acordó formar una empresa de consultoría y orientación a los inversionistas sobre todo del exterior.
Constantemente llegaban representantes de diferentes países para estudiar las propuestas de privatización así como a conocer in situ las empresas generadoras. Uno de esos amigos, seguramente pensando en términos de su país nos dijo:
§ Amigos ustedes están haciendo un trabajo de primera, por que no participan como contraparte nacional, ya que en las bases se establece que tienen que participar necesariamente.
§ Como quisiéramos hacerlo pero no es tan sencillo. Es cuestión de mucha plata.
§ Pego si hay que pagar solo el 10 por ciento, el resto sale de la misma empresa.
§ Con una sonrisa mi hermano respondió. Aún así es mucha plata mi amigo.
§ El dinego se gestiona amigo. No necesitas tenerlo en el bolsillo. Si no, no habgía estos negocios, comentaba en su media lengua que recién trataba de acomodarse al castellano.


Sin duda nuestro amigo venía de otros mundos. No conocía la realidad de nuestro país, devastado por la guerra interna y una economía que se tambaleaba. Quisimos decirle que con sobrevivir teníamos bastante, pero nos conformamos con agradecerle sus buenos deseos.
Pero lo cierto es que la idea nos quedó rondando en la cabeza. Es cierto, comentábamos. que no tenemos donde caernos, pero también podemos llegar a alguna gente que si tiene dinero y nosotros aportar todo el trabajo operativo. No perdemos nada. Total el know how tiene un precio, y ellos lo saben bien. Nos contentaremos con poco, pero peor en nada.
Así comenzó esta nueva serie de correrías que con el tiempo llamaríamos la Conquista de “La Nueva Auquibamba.”
Participamos con un grupo en la privatización de una Hidroeléctrica del norte. No accedimos pero fue una gran experiencia. Nos dio la confianza necesaria para hacernos comprender que si podíamos. Que la gente de dinero interna y externa era muy semejante a nosotros. Conversaban de las mismas cosas. Tenían las mismas aspiraciones, Y por último compartían los problemas de la familia y los hijos con la misma intensidad que todos nosotros. La única diferencia talvez era que los representantes de nuestra casta de nuevos ricos era mejor culta y preparada que nuestros visitantes y que nosotros mismos. Formados en la guerra de todos contra todos, tenían una moral tal vez demasiado flexible.
Para la segunda oportunidad formamos un grupo de cinco representantes peruanos, donde destacaban dos empresarios de la construcción y contratistas. Uno tenía el Apellido Pinzón, y el otro de origen japonés Origata. Dos invitados y nosotros. Nuestra participación era pequeña. Se había acordado reconocer con un tres por ciento del capital inicial los trapajos de preparación y organización, más un tres por ciento en efectivo, que logramos reunir luego de recurrir a los ahorros de varios de los hermanos y amigos. Ahorros de toda la vida por supuesto. La sociedad se hizo con mucha premura y apresuramiento ya que las fechas tope se nos venían encima a pie forzado
Para el inversionista extranjero seleccionamos a una empresa americano de larga tradición en su país. Empresa muy seria que venía haciendo los estudios respectivos durante buenos seis meses. Lo que nos tenía a salto de mata era que faltaban pocas semanas y todavía no daban la luz verde. Tal vez ese es el defecto de los americanos. Son muy serios pero en estudios y comprobaciones de los estudios se gastan un dineral e invierten mucho tiempo. Quieren ir siempre sobre seguro. No hay margen para correr un pequeño riesgo, mucho menos para la aventura Que diferencia de los antiguos pioneros.
En esas estábamos cuando recibimos la oferta de una empresa Argentina, quienes manifestaban que habían superado la etapa de las evaluaciones y estaban dispuestos a participar de inmediato. La primera impresión nuestra fue que ya estaba circulando nuestro nombre entre las empresas del gremio, lo que nos llenó de orgullo. Pero nos dejó pensando una propuesta tan rápida y sin condiciones. Normalmente nos enterábamos de la presencia de las empresas que estudiaban la privatización. Difícilmente se podía hacer un estudio en completo privado.
En fin, nuestra respuesta fue que someteríamos al directorio la propuesta y que avisaríamos cualquier novedad.
Ya estarán adivinando ustedes el final del cuento. Los americanos se retrazaron o tal vez desistieron y caímos en manos de los argentinos. Los venditos argentinos. Por supuesto aceptaron todos los acuerdos que ya se habían tomado. Entre los que figuraba que la presidencia del directorio estaría en manos del grupo peruano, la dirección gerencial a cargo de mi hermano Adolfo, por sus calificaciones idóneas para el cargo y por haber nosotros hecho todo el trabajo organizativo desde el inicio. Todo lo asumieron muy contentos y para darnos a entender su mano de seda nos pusieron como representante general de sus intereses a una dama. Una señorita muy culta y muy bien preparada para la tarea por su puesto.
La primeara tarea de la damita fue estudiar la parte débil del grupo peruano. Ubicó a la persona, el tamaño de la ambición y luego percibió que en el Perú cualquier cosa se podía hacer a la medida porque la chicha estaba fermentando. El traidor, Nunca supimos el monto exacto de su entrega, pero si que fue más de un millón de dólares, tenia ya la solución en la que no tubo que pensar mucho. Todos los dedos señalaban en una sola dirección, a cuyo extremo se erguía orondo en jefe del tenebroso SIN, el inefable Montecasinos.
§ Con el se arregla todo, dijo el traidor, que ejercía de director de una pequeña empresa consultora.
§ No es el Ministerio de Energía y Minas querido socio? Decía con voz engolada la italiana, digo la Argentina de rancia familia energética.
§ Todo el mundo se cuadra con este señor, es el mayordomo del dueño. Algunos dicen que es el verdadero dueño.
§ Muy bien, ¿usted podrá hacerse cargo de conseguirnos una cita?
§ No faltaba más, para eso somos socios mi querida amiga.

Mientras se preparaban las propuestas y se mostraron tan cultos y respetuosos como los europeos. Todo eran atenciones, Cenas en lugares exclusivos, y todo tipo de atenciones. Las reuniones de directorio eran una patena, y todo eran sonrisas y buenas maneras.
En medio de este clima, fue un gran triunfo ganar la licitación de la distribución de energía del sur medio. Una hermosa zona, con muchos pueblos interesantes, que comenzaba con el pueblo de Chincha y terminaba en Nazca y Puquio por el sur.
A estas alturas del partido mi hermano me comunicó que debiendo asumir la gerencia a mi me correspondía la administración de una de las ciudades costeñas. Así que debía iniciar la selección de personal de confianza para emprender pronto la tarea. Era otro de esos momentos perfectos. Era la recuperación de Nuestra añorada Auquibamba. Estabamos agradecidos a Dios. Era por éstas emociones que valía la pena de vivir y luchar. Un solo minuto compensaba tantos sacrificios. Nos pusimos a averiguar cuánto costaba hacer una perforación de un pozo, pues en forma efectiva queríamos al mismo tiempo que se administraban los recursos energéticos, incursionar en la siembra de la tierra como siempre lo habíamos hecho en Auquibamba.
Pero cuan equivocados estábamos. A nuestras espaldas ya se había organizado la traición. Apenas se publicó en el peruano a los ganadores, las reuniones se hicieron tormentosas y cada vez más difíciles. Los argentinos empezaron a sacar su garra mafiosa. Luego nos enteraríamos que eran descendientes de los mismos Sicilianos y que en su propio país gozaban de una fama de mafiosos y intolerantes. Sus empresas tenían mil problemas y su salida a otro país obedecía a que en el suyo ya no los aguantaban más.
Y Así se selló la gran traición, Luego de la reunión con Montecasinos, todos los exabruptos del camino quedaban allanados. La premura en buscar la solución determinó la calidad mafiosa de los argentinos. En cada reunión iban imponiendo sus propias reglas. Cambiando los acuerdos que no les parecían convenientes y en una palabra desmoronando todo la que se había construido.
La única forma de defendernos era presentándonos como un bloque sólido y unido. Pero hay es donde se había echo el primer trabajo de sabotaje. La traición tenía la cara colorada y falsa de uno de los asociados. Más tarde corrió el mismo camino un representante de la Empresa Constructora, que más tarde llegaría nada menos que a ser ministro de estado. Traicionó a su propio representado y a todo el grupo, Ya que como accionista mayoritario de los peruanos, y presidente del directorio pudo hacer los esfuerzos necesarios. Pero como muchos altos funcionarios solo estaba interesado en la dádiva rápida e inmediata de una limosna. Nunca en los verdaderos problemas del País. ¿Con ministros como esos a dónde podemos llegar? Y pensar que un traidor a la causa de su propio país llegó a ser ministro de Energía y Minas 8desde dónde defendió a sangre y fuego las tropelías que había cometido en ese sector) y luego de Economía (que lindo la jugó el Cholo, poner al gato de despensero, pero todo estaba bien planificado, el gato también le puso la suya al N° 1 y con eso todo quedó compensado). Y seguro me preguntarán hermano, y luego ¿por que volvió a Energía y Minas? Respuesta muy fácil pues hermano de mi alma, todavía estaba pendiente el negocio del gas de Camisea, y había que cerrar esa frontera. Y quién había comenzado el negocio, negocio tenía que terminarlo, sino no había como cobrar los chivilines. Y allí también estaba matriculado el Cholo de oro; entonces había que retornarlo al cargo desde donde se impulsaría los trabajos y se allanarían las dificultades. Una vez terminada la tarea y a buen recaudo las comisiones, (para cada quién la suya por supuesto) recién el Hombre de las mil caras quedaría libre para tomar un cargo en el Banco Mundial. Todos los felicitaron por la buena performance, y comentaban a quien dios se la dio, san Pedro se la bendiga. Solo algunos se atrevieron a decirle la verdad en su cara. ¡Traidor a la patria! Y con todas sus letras. Y seguramente merecía otros calificativos más contundentes, pues había jugado todo el tiempo con la cantaleta de que apenas se inaugure el gas bajarían las tarifas eléctricas. Apenas el gas llegó a la costa, el fulano dijo a sus amos ¡tarea cumplida, yo me voy! Ahora no hay a quién reclamarle por las tarifas que en vez de bajar tiran para arriba. Que buena la hizo este desgraciado. Y al Cholo no se le puede reclamar porque a pasado a la categoría de inimputable. No se responsabiliza de nada y si le sale algo en el futuro, su estrategia será que no se le puede culpar de nada porque durante el tiempo que sucedieron esos hechos él estaba zampado, con un exceso de dosis de etiqueta azul, por receta médica.
Aquí nos convencimos que el Gobierno del pequeño seguidor de Fujimory estaba perdido. Era más un cónclave de aprovechados y pusilánimes que estaban detrás del benéfico personal, y que nunca podrían estar a la altura de resolver los problemas del Perú. Una gran pena encima de otra pena mayor.
Nosotros toda la vida trabajamos con un entusiasmo indesmallable. Pero después de un acontecimiento como éste ¿cómo quedábamos? . Había que pensar en tantas personas que con verdadera ilusión pusieron sus veinte o treinta mil dólares, para juntar el pozo que nos correspondía aportar. Tal vez mirando la envergadura de los grandes negocios no sea mucho los cuatrocientos mil dólares que aportamos. Pero desde la perspectiva de un grupo humano que apostando por su país pone hasta la camiseta, hasta el último dólar que logró ahorrar a través de infinito sacrificio de años. Y nuestra reacción no es tanto contra los argentinos. Ellos están en su papel de mafiosos, De empresarios gavilanes y deshonestos. Para eso vinieron desde un inicio. Lo doloroso es el comportamiento y la traición de tu propia gente. Como se han convertido en aves de rapiña sin moral y sin principios. Para ellos no hay país, no hay progreso, no hay futuro, no hay nada, más allá de una ganancia rápida sin mayor esfuerzo. Nos llenó de asco la comprobación de esa inenarrable realidad, de asco y de vergüenza. Muchos de ellos los veríamos luego como incondicionales de nuestro pequeño Napoleón de acequia. De acequia de desagüe dirán algunos y no estarán muy lejos de la verdad.
Ya se imaginarán la secuela de problemas que tuvimos que pasar. Las heridas quedaron por años. Lo peor es que un trauma de este tipo te golpea por muchos flancos, pero sobre todo te baja la moral. Pero que retrato de nuestro país. Nunca fuimos pesimistas en cuanto a nuestro Querido Perú. Pero quién se encargará de fusilar a todos los sinvergüenzas que hemos tenido que soportar y seguimos soportando, para así limpiar algo de esa basura, para que no nos arrebaten la esperanza, para que no nos roben los principios. Como levantarse rodeados de tanta inmundicia. ¿Es una tarea que tendremos que legar a nuestros hijos? En que momento se jodió tanto el Perú nuestro. ¿Y que podremos hacer para encaminarlo por un nuevo rumbo?.

Danza con Oro

DANZA CON ORO



No he conocido otra raza de hombres que amen más la libertad y la aventura. Su trajín es recorrer todo el país, llevando y trayendo rumores sobre los nuevos descubrimientos y reventones, como los llaman, Y si hay un nuevo descubrimiento, no hay poder humano que los detenga, irán tras la quimera del oro, aunque estuviera en el cerro más escarpado y alejado.
La novedad del oro duró apenas dos años, y contando con los personajes con que tratamos, apenas llegamos a ahorrar la cuarta parte de lo que habíamos calculado. Los mineros golondrinos desaparecieron tan rápido y tan silenciosamente como habían aparecido. Pero a nosotros nos quedó el bichito de que era interesante y rentable moler tierra o minerales. Así las cosas, ya estábamos indagando sobre la posibilidad de moler mineral de hierro. Sobre esto, los dueños de un gran depósito ya habían llevado las pruebas a una gran planta de la costa, y según sus cálculos, tenían un pequeño pero interesante margen de rentabilidad por tonelada de mineral entregado, siempre que estuviera bien seleccionado y estuviera triturado en el tamaño que ellos habían indicado.
Y allí estábamos otra vez, galopando detrás de una nueva quimera. Al hacer los costos, considerábamos en la estructura de los mismos, la energía como un insumo normal. Esta vez, se trataba de moler trescientas toneladas de mineral por día. Se suponía que descontando todos los costos, nos debía dejar dos dólares de utilidad por tonelada de hierro. Otra vez nos dejamos llevar por los sueños. Trescientos dólares por dos, significaban seiscientos dólares por día. Y si calculábamos el aporte energético, era un dólar y medio más por tonelada, superando los mil dólares diarios. Así se acortaba la meta de juntar los dólares que nos debía la empresa de los malvados argentinos. Llegábamos a la suma de nada menos que treinta mil dólares por mes, de utilidad casi neta.
La maquinaria para hacer este proceso, era un inmenso molino de quijadas. Su precio, más de trescientos mil dólares, con todos sus aditamentos. Suma inaccesible, así juntáramos todos nuestros recursos, y vendiéramos todas nuestras máquinas. Pero todos actuábamos con el convencimiento de que de alguna forma resolveríamos el asunto. Muchas veces, una máquina, aparentemente muy sofisticada, la habíamos conseguido por la quinta o sexta parte de su precio usando el ingenio, la picardía y la imaginación. Pero sobre todo, aportando muchísimo trabajo y dedicación para repara las máquinas.
§ Esta vez, le dimos mil vueltas al asunto y no salía por ninguna parte la solución. Había muchas máquinas como las que necesitábamos, muchas de ellas desocupadas, pero apenas consultábamos con sus propietarios, veíamos soles y dólares en sus ojitos, y no había forma de conseguir una tajadita para nosotros. Como buenos mineros, se protegían bien de los imponderables, y cobraban aún más de lo que nosotros habíamos calculado. De pronto, una noche se presentó un muchacho con la apariencia de un ser desvalido, y mal trajeado, con la siguiente propuesta.
§ Señor, me he enterado de que ustedes están buscando un molino de quijadas, con capacidad para trescientas toneladas.
§ Sí, amigo, ¿usted tiene una?
§ No precisamente, pero sí conozco una mina muy antigua que tiene no uno, sino tres molinos de ésos en sus entrañas.
§ ¿Y cuál es la situación de esa máquina?, le contesté, tratando de no demostrar interés.
§ Bueno, como le digo, los dueños se fueron hace tanto tiempo, que ya deben haber fallecido. Pero los que cuidan las máquinas son las autoridades del pueblo vecino.
§ Bueno, ¿y ellos pueden disponer de estos equipos.?
§ Hace tres años, llevé a un señor que, con unas cuantas cajas de cerveza, y sus cuartillas de aguardiente, convenció a las autoridades para que le cedieran una máquina. Por lo que sé, hasta ahora está trabajando.
§ ¿Y usted tiene trato, o amistad con esas autoridades?
§ Pues de eso se trata, ya que la comisión que recibí hace tres años ya se me ha agotado. Yo me encargo de facilitar las cosas.
Hasta ese momento no habíamos tenido ningún avance en conseguir la máquina, así que nos aferramos a esta posibilidad
§ Quiero saber con precisión, señor Casildo, con cuánta inversión cree usted que podamos poner en buen estado a esta máquina de la época antidiluviana.
§ En eso quiero ser sincero, señores. Es cierto que la máquina tiene sus buenos años, pero tiene la ventaja de haber pertenecido a una empresa americana. Por ello, el material del que está construida es de primera. Tengo entendido que es de fabricación británica. Con treinta o treinta y cinco mil dolaricos, tendrán una señora máquina.
Era casi un tiro al aire. La localidad indicada estaba a casi cuatrocientos cincuenta kilómetros de distancia. Sólo para hacer el reconocimiento, había que hacer un buen gasto. Pero no había otra opción, así que apostamos por esta posibilidad. La inversión de reconstrucción era considerable para nuestras posibilidades, pero de todo lo que habíamos visto, era lo más accesible.
Designamos al ingeniero de minas que nos estaba apoyando, para que hiciera el reconocimiento de la máquina, acompañado de nuestro extraño guía.
Se preparó nuestro vehículo con todo lo necesario, y partieron.
Apenas llegaron, nos informaron que efectivamente, las máquinas existían, pero las autoridades estaban totalmente reacias a cualquier trato. Manifestaron que el anterior comprador les había prometido el oro y el moro, y se había llevado la máquina debiéndoles una buena suma hasta la fecha. Que habían hecho varios viajes con la esperanza de cobrar, pero que todo había sido infructuoso, por lo que estaban muy molestos.
Recomendamos que se hiciera lo posible por llegar a un arreglo, pero el precio que ponían era casi como por las dos máquinas. Pero había un pequeño avance. Por lo menos, habían aceptado vender. Ahora, era cuestión de hacerles sentir mal por haber perdido un buen negocio. Para ellos, había muy pocos compradores, ya que sólo la logística para desarmar y sacar la máquina era ya bastante complicada. La comisión se regresó, dejándoles con la sensación de pérdida. Luego sembraron un poco de cizaña entre ellos, para que hubiera mutuas acusaciones, ya que nadie ganaba nada con máquinas que a nadie le interesaban ya. Efectivamente, mientras la comisión estuvo, había la posibilidad de venta, y de festejar como no lo hacían hace mucho. Pero al dejar la comisión el pueblo, se perdía la ocasión.
Dejamos que durante tres semanas se destrozaran entre ellos y hasta pagamos a uno para que convoque a una asamblea solicitando la sanción de las autoridades que por su torpeza, habían espantado a unos buenos clientes. El dinero era necesario argumentaron para arreglar la escuela y la posta médica que estaba en malas condiciones.
Tanto fue el movimiento que cuando a la semana siguiente mandamos a un comisionado, con el pretexto de comprar ganado, éste mencionó y se burló de las autoridades s que tan malamente habían dejado pasar una oportunidad. Deslizó por allí que conocía a los compradores pero que estaban muy molestos con esas malas autoridades. Estos le rogaron que los pusiera en contacto. De otra manera serían destituidos. Se hizo rogar un buen rato, hasta que aceptó llevarlos si le pagaban los gastos y una comisión.
Aceptaron gustosos y supuestamente citaron a los compradores en la capital del departamento, pues era el lugar neutral de acceso.
Allí las cosas se pusieron de parte nuestra, y mandamos a una persona que representaba humildad en su trato y falta de recursos. Por dos mil dólares hicieron el trato. La máquina estaba en una situación lamentable, y le faltaban muchas piezas principales, pero en algo se reparó, pues el mecánico tomó algunas piezas de las otras máquinas, que a la hora de la reparación fueron de gran ayuda.
Teníamos que llevar la máquina a manos de un verdadero artista si queríamos sacar partido de ella. Y tuvimos suerte, pues las manos de los artesanos de Nazca nos demostraron una vez más porque se habían concentrado en ese pueblo casi todos los pequeños mineros del Perú. Son en verdad unas artistas de primera. En vez de bocinas le pusieron unos excelentes rodajes, y en toda la estructura le dieron un tratamiento tal que después de un mes de paciente manipuleo, se recuperó el paciente en un 95% de su apariencia original. Quedó tan hermosa que me recordó a los mejores logros que salieron de mis manos. Todas sus partes móviles habían sido rellenadas o sustituidas por los mejores materiales. Se torneó, limó, perforó y sobre todo completó en todas sus partes faltantes, usando los mejores materiales del medio, ya que queríamos contar con una máquina que aguantara un verdadero trabajo pesado y que trabajara día y noche.
Los cálculos del facilitador estaban en lo cierto. Llegamos a ponerle casi treinticinco mil dólares y teníamos un monumento casi por el 10 % de su verdadero precio. Para corroborar ello hubo alguien que ofreció pagar 250 mil dólares en el mismo lugar de su ubicación. Esa fue la prueba de nuestro triunfo. Pero no podíamos pensar en venderla, ya que formaba parte importante de nuestras correrías. Y sobre todo nos hacía sentir orgullosos de cómo lo habíamos logrado. Este orgullo era nuestro principal impulso para conseguir todo lo que nos habíamos propuesto hasta ese momento. Daba ganas de darle mil besos a nuestra máquina. Ahora era el momento de llevarla a su prueba de fuego.
Trescientas toneladas de material para nosotros que habíamos logrado moler tres de granos al día y con gran esfuerzo, era la culminación de un gran sueño.
Para el movimiento de esos volúmenes se necesitaba además varios transportadores de material. Pero eso ya estaba avanzado. Usar la chatarra para construir esos transportadores era ya un juego de niños luego de otros logros mayores. El otro elemento estaba en contar con un cargador frontal para llevar los materiales a los patios de almacén y luego cargar los grandes camiones. No podíamos darnos el lujo de comprar uno a pesar de que sabíamos que en madre de Dios el banco minero estaba rematando muchas máquinas, de los prestatarios morosos.
Ya no contábamos con nada de efectivo, más bien con algunas cuentas por pagar. Pero el asunto se arregló conversando con amigos que contaban con esa máquina, para el acarreo de material de construcción. Para que no haya reclamos quedamos en un tanto por tonelada cargada en los camiones de transporte y listo.
El gobierno nos había robado. ¿Era el Gobierno? O mas bien la mafia de Montecasinos y compañía? Sea como fuere pero nos habían robado malamente, con alevosía, premeditación y ventaja. Todo lo reunido en catorce años de trabajo esforzado lo pusimos en una sola canasta. La cosa pintaba lindo, por supuesto. Pero más grande que la expectativa fue la desilusión. Una desilusión grande del tamaño de Auquibamba. Para nosotros la conquista del Paraíso se llamaba Auquibamba. Era la suma de todo lo bueno que nos podía ofrecer el mundo. Era al mismo tiempo la culminación del logro más grande, como el desafío al esfuerzo, a la imaginación y la creatividad. Teniendo Auquibamba lo tenías todo.
Nos lo quitaron de la peor forma. Degradando al individuo de la peor manera. Bastó un papel firmado entre gallos y media noche y cargar la mala intención de unos cuantos zurdos disfrazados de funcionarios para quitarnos todo, pagando con otro papel que al final no llegó a valer nada, ¡Absolutamente nada!
Pero para nosotros lo más doloroso fue ver desfilar a nuestro padre, agachado, avergonzado por una culpa que no era la suya. Verlo ir a esconderse donde nadie pudiera encontrarlo fue doloroso. Todos sabíamos que si no se pegó un tiro fue justamente porque era demasiado valiente para hacerlo. Esa era la solución fácil. Aguantó años de años como un varón. Pero el daño hecho a todos los suyos fue inenarrable- Nadie discute si era necesaria o no la reforma agraria. En muchos lugares seguramente era muy necesaria. Pero eso no está en discusión. Lo grave fue entregar la ejecución de esas medidas a un grupo de resentidos que hicieron tabla raza con la dignidad no solo de los despojados, también con la de los agraciados. Estos recibieron la tierra sin estar preparados para afrontar esa responsabilidad. Sin créditos ni semillas. Solo con una carga ideológica que desgraciadamente no se come. Si se hubiera echo un trabajo serio y responsable, con apoya técnico y tecnológico, otro cantar hubiera sido la reforma Agraria. En vez de una pesada carga de la que aún no podemos salir, hubiera sido un impulso hacia el progreso. Cada propietario que por selección natural tenía ese lugar, debió convertirse en industrial, permitiendo así que los escasos recursos acumulados se convirtieran en el motor del desarrollo, en el progreso regional basado en la transformación y valor agregado de lo que se produce en cada zona.
Tal ves el peor comportamiento de los políticos, sea esa ideologización insana, de los diversos grupos políticos que hacen tabla raza del trabajo anterior y cual colones modernos tratan de descubrir la fórmula y solución de todos los problemas a su propio estilo y conveniencia. Cuando tendremos un pacto político de largo plazo que por fin nos y nos traiga un soplo de esperanza y verdadero progreso.
Pero todo esto va, a que luego de muchos años encontramos nuevamente nuestro Auquibamba con la participación el la privatización de la energía eléctrica. La energía era el punto de apoyo para recuperar todo lo demás. Y como negocio era de los mejores. Nunca pudimos sospechar que los mafiosos argentinos se habían coludido rápidamente con en inefable Montecasinos. La promesa de darnos la dirección gerencial que al principio parecía sincera por haberles abierto las puertas de un gran negocio, pronto quedaron innecesarias, y con el apoyo de la mafia se hicieron cargo de todo sin el menor recato. Lamentablemente varios socios peruanos, que juntos llegaban al 50 % de las acciones en ves de trabajar mancomunadamente, se hicieron comprar y por el contrario fueron los que presentaron a los argentinos al dueño del Perú de ese momento. A partir de entonces se quitaron la careta y usaron la política de la desvergüenza. Se sentían con los derechos adquiridos para la impunidad y llevaron adelante una administración que solo puede llevar el título de desvergonzada, saqueadora de los recursos de la empresa para llevárselos a Argentina e impune, pues claramente estaban violando las leyes, pero resguardados del castigo que merecían por el vendedor y comprador de conciencias.
De allí nació la idea de tomar del estado una compensación de un millón de dólares. Y si fuera en energía mucho mejor.
Todo este proceso nos llevó a moler piedras, material que por más que uno se propusiera jamás llegaría a terminarse. Triturar trescientas toneladas de mineral por día era una manera imaginativa de lograr nuestros propósitos. Por supuesto del dicho al echo hay mucho trecho, así que algunas semanas se trabajaba bien otras a medias y otras casi nada Pero el promedio de esos primeros tiempos quedo en cien toneladas por las que se nos pagaba a seis dólares por tonelada. De estos tres se empleaba en pago de personal y otros gastos generales. Un dólar y medio era el pago de energía del que se pagaba solamente el 20 %. Un dólar y medio era la supuesta utilidad que casi nunca veíamos pues la empleábamos en ir mejorando las máquinas los patios de almacén y otras prioridades que a medida que avanzaba el trabajo se tenía que hacer.
Lo que aquí importa es la compensación que este era estrictamente 1.30 de dólar por tonelada que multiplicado por 26 o mejor aún por 25 ya que se descansaba los domingos y cada mes había también algún motivo para parar un día. . Así pues la compensación forzosa era de 1.3 por 100 por 25. O sea 3,250.00 dólares. Al parecer una buena suma pero si lo veíamos desde el punto de vista del tiempo que nos llevaría llegar al millón de dólares, era una ardua tarea de años. Si consideramos que los dos primeros años fueron iguales, y recién al tercero se concretó lo de las trescientas toneladas calculamos que debíamos trabajar un promedio de 10 años. Eso si una vez alcanzada la meta nos propusimos con toda la seriedad del mundo parar las máquinas, pues no estábamos dispuestos a trabajar para el estado ni un solo día más de lo necesario.
Y claro, nos considerábamos una especie de mártires trabajadores del estado, a quienes se les había encomendado la tarea de compensar
a esa pobre familia despojada reiteradamente de sus bienes materiales. Cumplido el último dólar, colgaríamos los guantes o más bien renunciaríamos a trabajar para ese estado padrastro de sus propios hijos.
A los tres años se nos ocurrió la posibilidad de depositar en una AFP, los recursos que se iban recaudando. Así los despojados y sus descendientes podrían tener una pensión adecuada para poder pasar sus últimos años filosofando acerca de todos los Auquibambas que los malos gobernantes arrebatan a los peruanos en sus equivocadas políticas, cuando de lo que se trata es todo lo contrario, Al que sabe hacer algo hay que ayudarlo a mejorar de modo que lo que aporta al estado sea creciente y al fin una puerta para el futuro. Cuántas industrias no han muerto de un solo sablazo demencial de los eternos “salvadores” del Perú.
Lo que no habíamos previsto era que las actividades conexas a la molienda de mineral, nos llevarían a otras actividades en diferentes ciudades por lo que fuimos incorporando a varios miembros de la siguiente generación, que estaban como estudiantes universitarios. Al principio ellos hacían pequeñas tareas en su tiempo libre. Compraban repuestos, hacían gestiones ante empresas, en fin compraban y vendían todo lo necesario para que la actividad no paralice. Luego como muchachos versados en las enseñanzas modernas y más avanzadas nos fueron sugiriendo que ampliáramos las actividades hacia otros servicios, como el chancado de materiales de piedra para la demanda de los constructores de carreteras y otros usos parecidos.

Danza Con Fuego


DANZA CON FUEGO




Construir una máquina es un gran desafío, pero también una gran aventura.
Cuando uno se siente un poco mal, con la circulación un poco baja, me basta con treparme a una de mis máquinas para sentir el fuego interno que las alimenta y que te trasmite a través de sus vibraciones, sus motores, su metal recio que te dice que tú puedes contra el mundo. Estoy convencido hace mucho tiempo que el frío metal logra concentrar la energía de quienes la construyen. Y si se hace el trabajo con amor, pues esa máquina puede hacer milagros, ya que el amor es una de las energías más potentes y concentradas del universo. No lo digo por que se me ocurre. Lo e visto con estos mis ojos. No una sino muchas veces.
Como para eso, tengo máquinas de toda forma y tamaño. Por ejemplo, si quiero tener una sacudida total me subo simplemente encima de la peladora de cebada y podré tener una vibración total por todo el cuerpo. Desde los pies hasta el último de mis cabellos. Por el contrario, si quiero fortalecer solamente la parte abdominal, recostaré el respetable vientre con que la naturaleza me ha dotado, al costado de la tolva de la hojueladora de cereales. Con esto tengo garantizada una vibración a mil setecientas revoluciones por minuto. Y ello no sólo me hace bien sino que me ha hecho ganar buen dinero. Si bien es cierto que no contribuye a reducir mi abultado vientre, sí lo fortifica en gran manera. Pruebas al canto.
En algunas reuniones con los amigos, varios de ellos, también buenos cultivadores de vientres prominentes, un día hicimos una apuesta para ver quién derribaba al otro sólo con el impulso de un buen barrigazo. Este entretenimiento se convirtió en el animador de las reuniones cerveceras. Allí pude darme cuenta de que los masajes y ejercicios que hacía con el apoyo de mis máquinas no sólo me mantenían el tono muscular, sino que servían de entrenamiento para las competencias a panza descubierta.
Poco a poco me fui ganando un nombre, lo que a todos asombraba, pues no me veían haciendo los agotadores ejercicios que se requieren para mantener una buena barriga de competencia. Yo no podía hacer otra cosa que reír de buena gana y responder con una broma a los comentarios de los amigos. Lo cierto era que una media hora de masajes maquinales equivalían a unas dos horas de ejercicios de abdominales. Pero este es otro cuento. A lo que voy es a la relación que se va entablando entre los hombres y sus máquinas.
Con estos hermosos aparatos, tuve una larga relación que tuvo varias etapas. Veamos la etapa de las máquinas mineras.
Quien te dice hermano, que luego de muchos trabajos logramos ahorrar unos cuantos dólares, suficientes como para intervenir en la privatizaciones del sector eléctrico que estaba promoviendo el Chino que ya sabes quién es. Era plata grande la que se necesitaba por su puesto, entonces convocamos a otros empresarios nacionales, y como aún faltaba plata invitamos a las empresas extranjeras. Muchas de ellas ya estaban enteradas del tema y querían participar.
Primer error: Como la fiesta iba apurada no nos dimos el trabajo de seleccionar en forma minuciosa a los socios, y aceptamos a los que se presentaron con deseo de participar.
Segundo error: Entre las empresas extranjeras, dimos prioridad a una empresa americana, por la seriedad que tienen éstas en sus tratos empresariales. Pero los amigos americanos se demoraban mucho en hacer sus cálculos y sus evaluaciones, y faltaba poco tiempo para la licitación, por lo que aceptamos a una empresa argentina, la misma que sin mucha evaluación dijo querer lanzarse a la piscina, aceptando a ojos cerrados los estudios que les habíamos alcanzado. Nosotros en vez de sospechar de ésta actitud, nos consolamos diciendo que habíamos hecho un trabajo impecable.
Y así el apuro nos llevó a trabajar con gente que no conocíamos y que por desempeñarse a un buen nivel empresarial suponíamos que eran honestos y de honrados. Recibimos a los argentinos con bombos y platillos y al poco tiempo ya estábamos metidos de cabeza en el proceso de licitación de la distribución eléctrica del Sur medio. Y efectivamente ustedes lo adivinaron, ¡ganamos! Y las cosas fueron muy bien hasta que nos entregaron el manejo de la empresa. Como habían ofrecido la gerencia a mi hermano, que era quién había realizado todo el trabajo, pensamos que solo se trataba de formalizar las cosas y empezar a trabajar. ¡Habíamos recuperado Auquibamaba otra vez!, La emoción era indescriptible. Un chino nos había quitado todo y con el otro chino lo recuperamos.
Craso error, los argentinos, usaron la miel y su don de la palabra para persuadirnos de que solo por un año ellos querían hacerse cargo del manejo gerencial, para luego hacerlo en alternancia de un año cada parte. ¡Ñangas!. Lo que en realidad sucedía era que habían comprado a uno de los socios peruanos y en compañía del traidor habían visitado al ineludible Capitán y asesor máximo del innombrable, Vladimir Montecasinos y como éste rapaz les había escudriñado hasta lo más íntimo de los mondongos, los había reconocido como sus pares en cuanto a la mentalidad mafiosa y de gente sin entrañas: pero ello, por supuesto, no evitó que les hiciera pagar, como era ya su costumbre, por el derecho de piso de la privatización. Con esto los argentinos se sintieron mejor que en su casa y con el derecho de explotar la empresa a su libre albedrío. Con sus amigos se daban el lujo de comentar que se habían comprado una Encomienda como en las épocas de la colonia, una empresa íntegra, que incluía el alma de sus empleados y con libertad para usar y abusar sobre los usuarios de la energía. Allí empezó una larga vía crusis que daría para escribir las mejores telenovelas tipo mexicano y venezolano, pues el argumento era peor que el de una tele llorona con los ingredientes y condimentos de todo tamaño y calibre. Pero sería materia de riza y chacota si no estuviera de por medio el honor del país, pues éste, solo es un capítulo del vergonzoso proceso que llevó adelante con la privatización de las joyas de la corona de nuestro pueblo. Y todo el dinero recaudado, luego fue rifado de la peor manera, por ese par de malandrines que luego siguieron riéndose de todo el mundo exhibiendo sus hazañas durante muchos años, haciendo burla y escarnio, no solo en la política, sino en todos los poderes del estado y de las instituciones privadas, manipulando a la gente y a las instituciones, mediante el dinero de la privatización que robaron a todos los peruanos. Baste decirte hermano, ¿cómo te sentirías si te dicen hoy que te ganaste el premio gordo de la lotería? Y mejor aún que de ella cobrarías tu hasta morir, cobrarían tus hijos, tus nietos y bisnietos? No me respondas ahorita viejo, es una pregunta difícil. Pero lo que digo es eso te llena de una alegría que no es posible imaginar. El problema viene cuando a los pocos días, cuando todavía estas celebrando el acontecimiento, cuando los amigos te llaman, te felicitan, te ponen por todo lo alto y en eso ¡por atrás hermanito! Con alevosía y ventaja, con saña y sin anestesia, te dicen : ¿Cómo te sentirías mi hermano del alma, si te dicen que el premio gordo te lo robaron unos sinvergüenzas argentinos, aliados con uno que llegó a ser ministro de energía y Minas y luego hasta ministro de Economía? Dime con claridad, ¿cómo te sentirías hermano? Y voy a decirte el nombre completo de este delincuente de corbata, no un delincuente común y corriente, se trata del peor de los delincuentes: Javier Quiquijana Saltón se llama el delincuente de delincuentes, el que no tubo el menor empacho de vender a su propio país no una sino varias veces. Te voy a contar el cuento completo de este sinvergüenza en un capítulo dedicado a él solito. Solo uno tubo la entereza de llamarle traidor a la patria con todas sus letras. Ese fue el payasito Waisman y sabía por que le decía traidor y el otro se comió ese sapo, pues si contestaba entre todos le íbamos a dejar bien clarito porque es uno de los traidores más grandes de los últimos tiempos. Ten un poquito de paciencia hermano, te vas a enterar de todito, para que no te juntes con esa chusma.
Pues no te imaginas hermano, así nos sentimos nosotros los deudos de este gran grupo de macacos y éramos muchos los deudos del primer chino, y seguimos siendo muchos más los deudos del segundo chino, y de su gemelo Montecasinos, quienes por siempre odiaremos a los argentinos, porque conocimos la peor cara de esa raza de mafiosos internacionales actuando por la libre con los más grandes mafiosos de nuestro propio país. Eso te hace llagas profundas en la pepita del alma hermano, llagas que no sabes si algún día se podrán curar.
Quién te dice cholo que después de éste episodio los que fuimos perjudicados ya no podíamos estar siquiera juntos, pues juntando dos penas tan grandes se hacía un hoyo insoportable. Por eso cada uno agarró su mochila y se fue por esos mundos de dios a buscar cómo consolar su pena y encontrarle nuevos rumbos a la vida. En cuanto a mi, me quedé con el alma partida en dos chocherita. Una parte que sobrevivía como podía y la otra que se fue a vagar sabe dios dónde. Y una cosa honda en el corazón, una bronca sorda de impotencia y de desazón. Por eso me pregunto, ¿cómo habrá quedado mi hermano que fue quién se fajó con todo, y puso no sólo hasta el último cobre y el último aliento. Que fue quién de su puño y letra invitó a esa partida de traidores, que luego le acomodaron los puñales en la herida más honda del hombre? ¿Como se sentirá mi buen hermano, cholo lindo, cuando se acuerda que fue él mismo que les puso los documentos a cada uno de ellos y que no tardaron en convertirlos en armas de fuego y en instrumentos de la peor traición. Cuando me acuerdo de esta mugre de gente que aparece en la televisión como grandes funcionarios y engreídos del régimen del cholo, me pregunto amigo mío si tendrán alma y si las cosas que disfrutan, tendrán sabor y color normales, después de haber actuado con impiedad y tanta maldad.
Yo me refugié en los andes, en las mismas cordilleras, para que mi decepción no me lleve a hacer daño a los míos. Te cuento hermano que uno pierde la fe en la humanidad y eso es lo más feo que le puede pasar a un hombre. Se te hace un pozo hondo, hondo hermano que te araña por dentro y te malogra las cosas buenas de la vida. Las nubla, las deforma y nada queda en su sitio.
Ese fue el origen de la deuda que tenía el estado con nosotros y para espantar a los demonios que querían invadir mi alma, me propuse cobrar la deuda, que en lo que a mi respecta la valoricé en un millón de dólares.
Después de mucho cavilar y viendo que llegaba la energía eléctrica a los pueblos de arriba, me propuse hacer una cobranza directa en energía, y de digo cholo que hasta precio le puse. Para efectos de la cobranza le puse. 50 cent. Por Kw de ese insumo.
Quién te dice amigo, allí fue que me acordé nuevamente de las máquinas. Había que realizar cualquier actividad en que se usara gran cantidad de energía y eso pasaba por mis queridas máquinas, con las cuales siempre me había unido una relación, que con los años solo podía mejorar.
§ ¿Máquina don Carlos, de que tipo de máquinas me habla?
§ Para mí, se trataba de lograr moler cualquier cosa, pero en gran volumen, ya que solo así lograría juntar el millón de dólares que nos habíamos propuesto. Tenía que ver la manera de que la empresa eléctrica del Estado contribuyera con nuestra economía, en otras palabras tenía que usar la energía gratis pues compañero, ¿ya captas?
§ Que buena, pero no es tan fácil lo que dice maestro
§ Cuando te propones algo, siempre hay forma de realizarlo, y si te anima la cólera es más fácil pues. Ellos se apoderaron de la empresa que habíamos ganado en buena ley, como ya te conté hace un rato, considerábamos que nos habían arrebatado, a mí y a mi familia, varios millones de dólares. Como se recordará, me había propuesto recuperar, a como diera lugar, un millón de dólares.
§ ¿Millones?, ¿Tanto costaba una empresita?
§ No estamos hablando de una empresita amigo mío, se trata de una empresa de ha verdad, donde todos los que quieren tener luz, tienen que matricularse.
§ Ya entiendo won, pero hace un rato mencionó un millón de cocos.
§ Claro eso era el agravio a mi persona aumentando los muertos y heridos, pues, los otros dos millones, correspondían a los grupos de Alberto y Roquefort.
En esas estábamos, cuando se nos acercó un grupo de mineros informales, con la novedad de que habían encontrado varias vetas de oro, y necesitaban que se les moliera una buena cantidad de materiales auríferos.
§ Allí esta la solución, dijo, de inmediato, Alberto. Nosotros molemos todo. Pero si molemos tierra, ésta es sencillamente inagotable. Podemos moler millones de metros cúbicos, y nunca se agotará el material a ser molido, triturado y/o despedazado.
§ Huy creo que llegó nuestra hora, don Carlos, así que concreta lo antes posible la contrata de moliendas, sin pérdida de tiempo.
§ Si, compadre, comenté, moliendo sólo granos no llegaremos nunca a concretar nuestras metas. Peor aún, si lo logramos, estaremos tan viejitos que no sabremos qué hacer con el millón de dólares. Tenemos que hacer algo rápido y enérgico, que nos permita reivindicar nuestros derechos, cuando aún tenemos juventud para bailarnos un merengue con una morena de Chincha.
§ Ja, ja, ja, subrayaron los amigos.
§ Así, pues, me asignaron la tarea de perseguir a los mineros, y nos repartimos la chamba de informarnos sobre las máquinas que eran necesarias para dar fin a nuestro cometido. El asunto prometía porque los mineros, informados por nuestros visitantes, iban llegando por lotes, y todos caían por nuestros aposentos como moscas atraídas por la miel.
§ La cosa iba tomando forma Filoncho Lo primero que hicimos fue viajar a Nazca, donde estaban concentrados la mayor parte de los pequeños mineros, y por supuesto, los técnicos que nos podían apoyar, y los talleres que nos darían las máquinas. Regresamos con las buenas noticias de haber encontrado a viejos amigos de antaño, que nos apoyarían en todo.
§ Ahora, de lo que se trataba era de ubicar una zona cercana a los lugares de extracción de los mineros, pero que al mismo tiempo estuviera cerca de los tendidos de los alambrados de energía. Pero lo más importante era que estuviera un poco lejos de los lugares con mucho tránsito, pues se trataba de moler un 10 % pagando el servicio a la empresa, y hacer contribuir con un 90% al fondo de recuperación de los socios desposeídos.
§ Roquefort se volvía loco.
§ Mira, compadre, decía, se muelen 15 latas por tanda, si molemos en dos turnos, tenemos 300 latas por cada máquina. 600 latas con las dos máquinas. Eso hace un volumen de 100 metros cúbicos por día de trabajo. Y si obtenemos un sol cincuenta por lata, son novecientos soles por cada día. Eso hace un total de trescientos dólares. Nueve mil al mes. Se gastan cuatro y se ahorran cinco. Si la meta son doscientos mil, sólo serán necesarios 40 meses de trabajo, digamos cuatro añitos, con sus más y sus menos.
§ Tu eres buen matemático compadre, sacas la cuenta rapidito, pero no es tan fácil, y lo veremos con los toros en la cancha. Allí recién sacarás bien tus cuentas.
§ Esta bien cumpa, pero hemos estado viendo por ahí y material hay hasta de sobra, solo hay que pedir que no nos fallen los mineros en traernos su material.
§ Con la experiencia de anteriores trabajos, yo sabía que no era tan sencillo como eso. Pero a la hora del entusiasmo, yo nunca sería el que hiciera de aguafiestas. Lo cierto era que había un buen margen de utilidad, descontando los gastos de personal, desgaste de máquinas, mantenimiento, alimentación, y otros. Sobre todo, el rubro de aporte de la empresa eléctrica era sustancial, y por lo tanto, cumplía con el objetivo que nos tenía concertados. Hacer pagar algo de lo que nos habían robado y por no haber reconocido el trabajo de mi hermano y todo nuestro equipo, era un buen objetivo para espantar las penas del alma. Y nosotros nos habíamos elegido por derecho propio, y por unanimidad de tres, para reivindicar tamaña afrenta a las causas populares. Una vez recuperado el dinero y a buen recaudo, veríamos la mejor forma de hacer pagar a los culpables por la afrenta que nos habían hecho. Sobre todo a aquellos socios de la institución que habían contribuido a la causa, no sólo con sus abundantes sudores, sino también con el aporte de sus menguados recursos. Dineros que nunca serían reconocidos, y menos recuperados. ¿Cómo que nunca? ¿Y para qué estábamos haciendo la monumental y diligente tarea de recuperación silenciosa? Ya llegaría el momento de los esclarecimientos, y el reparto de valiosos o revaluados dólares. Y claro, para que lo calculado no perdiera su valor, habíamos puesto el techo en moneda dura, nada menos que en dólares gringos. Tres millones de dolaretes, era la meta.

Por supuesto, aquí nuevamente estaría presente la intervención de las preciosas máquinas. Como era ya costumbre, la primera máquina fue comprada con los fondos que habían sido reunidos hasta ese momento. No alcanzó, por supuesto, y tuvimos que echar mano a los ahorros propios. Pero eso sí, con gran entusiasmo y confianza.
Por su parte, los mineros informales habían recorrido todo el ámbito, y cada día nos traían noticias de éste o de aquel filón que habían encontrado. Los más intrépidos de ellos eran los originarios de Puno. Éstos eran hombres templados en acero, ya que remontaban a los cerros más escarpados y fríos. Para ellos, no había barreras. Si había mineral, allá iban, en las condiciones más precarias.
Por fin, logramos instalar las máquinas en un lugar bastante adecuado. Era una rinconada bastante abrigada, detrás de un cerro, y los cables de alta tensión pasaban a sólo kilómetro y medio. Supusimos que por allí nunca iría un inspector de la empresa, que como en toda empresa grande, hacían el esfuerzo mínimo. Pero además como necesitábamos la corriente de baja tensión, tuvimos que solicitar la instalación de un transformador, que siendo nuestra inversión, tenía la virtud de alejar a los inspectores. El procedimiento era sencillo. Los cables se colgaban de los de abastecimiento, antes de ingresar al medidor. Dispusimos las tolvas de las máquinas de tal manera que trabajaban toda la noche, sin interrupción. Durante el día se hacían otras tareas durante medio día, y se molía material el otro medio día. Parte de las instalaciones se hicieron en un túnel bajo tierra, bien acondicionadas para el trabajo nocturno. Afuera pusimos una máquina pequeña, que era la que daría la cara cuando vinieran a visitarnos. Fue bueno hacerlo así ya que los molinos hacían una bulla infernal y al estar bajo tierra el ruido no se sentía afuera, y los operadores solo tenían que ir cada dos horas a cambiar el material de molienda.
Durante varios meses la cosa iba muy bien. Los mineros se acostumbraron a la molienda que les dábamos, y luego, en las instalaciones adicionales que les pusimos para darles facilidades, terminaban de procesar sus materiales a base de mercurio. Lo único que empañaba el horizonte, era que había entre los mineros una mayoría que vivía al filo del puñal, como se dice. Con sus últimos recursos hacían llegar su material, y luego ya no tenían dinero para pagar el procesamiento. Luego de sufrir varios cabezazos por parte de estos eximios deportistas de la trafa y la supervivencia, tuvimos que tomar serias medidas. Estas consistieron en espantar a los más osados, y a los que tenían buen material pero no podían pagar, simplemente les cobrábamos con parte del mineral que traían, luego de un sencillo procedimiento de análisis del contenido de su material. Todos ellos eran expertos en este procedimiento, que se llama el plateo, así que tomamos los servicios del más hábil, que nunca se equivocó al calcular el contenido en oro que tenía cada lote.

DANZA DULCE


DANZA DULCE

La caña de Azúcar

Cuando llegué a la propiedad, ya teníamos tres hijos. Varón el mayor, mujercita la segunda y varón también el tercero. Luego tuvimos otros dos, producto de esta tierra de promisión. Suficientes alimentos con qué mantenerlos y educarlos. Qué más podía pedir, sino fuerzas para trabajar.
La Biblia nos habla de la tierra prometida. Si el hombre vive pensando que tiene que buscar su tierra prometida, debo decir que es totalmente cierto. Todos tenemos nuestra tierra prometida. No sólo lo he experimentado en carne propia, también en la vida de algunos amigos cercanos. Todos tenemos nuestra tierra prometida, solo tenemos que buscarla. Si encuentras algo que te satisface completamente, que llena tu espíritu, tus ilusiones, tus ansias, todos los resquicios de tu yo más íntimo, ¡ésa es tu tierra prometida!. Y eso fue lo que pasó conmigo en Auquibamba. Me sentía tan colmado de satisfacción, que todos los días agradecía a Dios, a mi querida Virgen de Fátima, y a mis Apus protectores.
Con base en este punto de apoyo, trabajamos muy fuerte, con mi equipo de colaboradores. Era maravilloso trabajar con esas inmensas máquinas, que constituían el corazón de este centro de producción. Hasta ahora, no logro explicarme cómo fueron trasladadas estas inmensas máquinas a los fundos de este valle. Se llevaron en una época en que no existían carreteras. Cada bocamaza, pesaba más de una tonelada, y era de fierro compacto. Además de infinidad de equipos, como las ollas de las falcas, que eran de bronce muy pesado. Traté de encontrar una respuesta entre los trabajadores más antiguos, pero nadie supo darme una explicación cabal.
Cada máquina, cada equipo, constituían para mí un verdadero tesoro. Parecían partes de un museo, por su hermosura y acabado, pero un museo vivo, porque cada día daban su cuota de producto valioso y buscado por mil clientes, que no nos dejaban hacer ningún esfuerzo para su comercialización.
Se producía leche, queso, manjar blanco, y una incomparable mantequilla. Se comercializaba también ganado vacuno, caprino y ovino. En la línea industrial, se producía azúcar, chancaca y aguardiente. En la línea agrícola, se producían tubérculos y raíces como papa, camote y yuca. Se producían verduras como cebollas, lechugas, acelgas, y todas aquellas del clima templado. Se producía maíz, y los cereales principales, como cebada, trigo y avena. Se producían frutas, cacao, café. Estas últimas eran producto de las huertas, para el consumo interno. Pero qué bien se comía. Qué bien comían todos los trabajadores. Ése era un atractivo para tener siempre a los trabajadores contentos, y deseosos de contarse entre el plantel. Era una acción lógica, si se producía en forma tan abundante, parte de esta producción tenía que entregarse a los trabajadores. Algunos de estos productos, se entregaban ya procesados, como la harina, el trigo pelado y otros cereales, ya listos para su consumo. Con esos productos, la gente se alimentaba bien, en las cocinas de los campamentos.
En general, se llevaba una buena vida. Todos tenían lo necesario, y lo suficiente para vivir bien, satisfaciendo sus necesidades. Y la organización se fue mejorando, con buenos sistemas de control, y con acciones que se evaluaban según las metas que nos fijábamos, dando prioridad a las actividades más rentables. Yo empleaba únicamente el sentido común. Planteaba con una lógica elemental, aquello que debíamos hacer. Pues lo que diera más dinero. Luego preguntaba si era posible aumentar la producción en esas áreas. Si la respuesta era positiva, allí era donde se concentraban los mejores hombres y los mayores esfuerzos. Otro criterio elemental era que, si tenía que pagar, mil soles mensuales a las propietarias, yo debía ganar eso multiplicado por tres, fuera de todos los gastos de la producción. Así que mi cuenta era sencilla. Un tercio para los gastos cotidianos, y un tercio para cumplir mi meta de comprar la tierra. Si con lo que yo les pagaba a las dueñas, ellas podían vivir bien en la ciudad de Lima, con una suma igual, yo debía dar también una buena vida a mi familia. El otro tercio era para proyectar un buen futuro para todos. El pan para mayo. O el ahorro sagrado.
Si había que esforzarse poco o mucho para lograr esas metas, ése ya era otro problema, simplemente ésas eran las metas, y había que cumplirlas. Generalmente era muy difícil hacerlo, pues eran metas muy altas, pero nos valíamos de todas las herramientas que estuvieran a nuestro alcance para cumplirlas. A veces no se lograba la meta mensual, pero esto era secundario, pues juntando las metas mensuales, se debía cumplir y hasta sobrepasar las metas anuales. En tres años, logramos acercarnos a lo planteado, y a partir de ello, se empezó a poner una meta mayor.
En general, se trataba de hacer una organización autosuficiente, que produjera todo lo necesario para su consumo interno, y luego de ello, lo necesario para su comercialización en el pueblo vecino y en otras ciudades.
Era interesante ver que la actividad industrial se complementaba magníficamente con la agrícola y la pecuaria. Los productos de la agricultura eran insumos para la industria. Los subproductos de ésta, mantenían muy bien al ganado, como las hojas de la caña, la misma caña molida, y como tenía aún restos de azúcar, era un buen alimento y fibra para el ganado, por lo que se molía y se mezclaba con otros alimentos, para las raciones del ganado. Aprovechaban el alimento residual, y la fibra era magnífica para el proceso digestivo. Los animales se mantenían hermosos y redondos. Los residuos de los animales, y de la industria, abonaban las chacras, haciéndolas mas fructíferas. Era un círculo de férrea potencia productiva, que bien administrado, permitía buenos excedentes, y mejores satisfacciones.
La gente se alimentaba cuatro veces, para mantener un buen tren de trabajo. Un buen desayuno, consistente en un plato de comida, sus panes y su tazón de cereal precocido, conocido como ulpada. Era una especie de sopita ligera con dulce, preparada con harina precocida de los principales cereales y granos. Era muy consistente, y un buen sostén alimenticio. A las nueve, tocaban las campanas para el paico o pequeño descanso. Cada peón llevaba su ración al trabajo. Buscaban un lugar sombreado, y comían un refuerzo del desayuno, consistente en una porción de cancha o maíz cocido con queso, un trozo de carne seca, o algo parecido. Un refresco completaba el refuerzo. A la una en punto, tocaba la gran campana de la torre, anunciando la hora del almuerzo. A esta hora sí se desplazaban los trabajadores a pie, en carreta o en lo que hubiere, hasta los comedores de los campamentos, para tomar sus alimentos. Éstos consistían en una buena sopa, un segundo consistente, a base de carne o menestras, y un tercer plato, que podía ser una mazamorra de diversa índole y sabor.
Si los trabajos se realizaban a mucha distancia de los campamentos o viviendas, los ayudantes de la cocina eran los que se desplazaban hasta la zona de los trabajos, llegando a la hora oportuna para repartir los alimentos.
A las cinco de la tarde, nuevamente tocaba la gran campana, dando por terminada la jornada del día. Los trabajadores, esta vez ya no se apuraban. Se recogían con lentitud, algunos se daban el trabajo de recoger un poco de pasto para alimentar a sus cuyes, que a veces les gustaba criar, para luego llevarlos a sus comunidades, pues los animales del valle eran más grandes que los de las alturas.
El trabajo real era de nueve horas. Ahora, al pensar en lo que eran esas jornadas, pues eran duras. Nueve horas es mucho, y nueve horas de ese tipo de trabajo, era realmente un esfuerzo grande. Pero si vemos el otro lado de la moneda, también llegaremos a la conclusión de que gracias a esa fortaleza, esa gran raza peruana ha logrado sobrevivir. Es realmente admirable esa fuerza, ese coraje con que toman el trabajo. Pero no solamente eso, sino principalmente esa filosofía, diferente a la del occidental y cristiano. A diferencia de éste, cree firme y profundamente, que el trabajo no es un castigo, sino un regalo de Dios y de la naturaleza. En las comunidades andinas, jamás sobra el trabajo. Cada hijo es bienvenido, y es tomado como un don, pues cada uno trae el pan bajo el brazo, y nó solo el pan suyo, sino que el esfuerzo adicional que puede producir, es compartido como un beneficio en toda la comunidad..
Yo siempre traté de respetar esas grandes herencias de mis trabajadores de las comunidades. Mi filosofía era que lo que producíamos ellos y yo en conjunto, lo debíamos repartir solidariamente. Lo que producían las máquinas, eso sí podíamos repartirlo entre las dueñas y este humilde colaborador, sin remordimientos.
Por eso me preocupaba en dar a mis trabajadores un trato justo. Una buena alimentación, y apoyo en todo lo que significara progreso personal en sus propias chacras. En promedio, ellos trabajaban para mí unos cuatro meses al año. Los restantes, lo hacían en sus propias parcelas. Si necesitaban semillas de mejor calidad, se las conseguíamos. Si requerían mejorar su ganado, se les daba un padrillo de buena raza. Si no podían comercializar sus productos, se los vendía como si fueran de la hacienda, y se les entregaba el producto de la venta. Era una asociación de mutuo beneficio, en donde se respetaban reglas mínimas, y todos salían ganando. Es cierto que las propiedades donde vivían todos, eran del fundo. Ellos podían cultivar las extensiones que necesitaran, con sólo solicitarlas a tiempo, y disponer de los recursos para su cultivo y mantenimiento. Si se dedicaban a la crianza de ganado, igualmente podían tener la cantidad de animales que les fuera posible cuidar. Yo sólo les pedía, en compensación, trabajar los cuatro meses que les correspondían, por lo que se les pagaba un salario un poco mayor que en el resto de los fundos de los alrededores. El fundo tenia casi trece mil hectáreas, y por mucho dinero que se invirtiera, jamás se podría aprovechar a cabalidad las extensiones apropiadas, por lo que los pobladores de las comunidades, si sabían trabajarlas, tenían una prosperidad respetable. Y si sabían ahorrar, y no beberse el importe de los cuatro meses de trabajo, eran los hombres más prósperos y respetados de sus comunidades.
Lo que me apenaba mucho era que no daban mucha importancia a la educación de sus hijos. Mi esposa libró una titánica lucha para que, por lo menos durante los cuatro meses que trabajaban, trajeran a sus hijos, para que recibieran parte de los cursos correspondientes a su edad. Sencillamente, consideraban un desperdicio ir a las clases, en vez de dedicarse al trabajo. Y lo curioso era que, después de dedicarse toda la familia a un arduo trabajo, al final de éste, la máxima expresión de orgullo era derrochar todo lo ahorrado en una gran fiesta del pueblo. Ciertamente, debíamos respetar las costumbres de nuestro pueblo, pues ellas venían desde tiempos remotos, y cada herencia del pasado tenía hondas razones y motivaciones. Pero poco a poco logramos que los dirigentes aprendan algunas cosas que les permitían acrecentar su prestigio dentro de sus comunidades. Lo más difícil fue darles un poco de educación. Los niños que iban a la escuela eran el hazmerreír del resto de niños y objeto de crueles burlas. Solo poniendo mano dura y obligando a todos a que vayan medio día a clases se logró algún avance. Para Fina que había estudiado en San Pedro, fue tal vez el reto más grande de su carrera. Enseñar gratis a unos niños que hacían todo lo posible por escaparse al campo, donde eran felices.
Lo otro fue más fácil, enseñarles a ahorrar. Ese trabajo le di a mi sobrino Lucho, que se entendía muy bien con los peones. Este me propuso que se les pague al final de los cuatro meses de trabajo. Si necesitaban algo se les de adelantos en víveres u otros que ellos necesitaran. Al final se descubrió que la mejor manera de que ahorren era obteniendo animales ya sean cabras, los de las partes bajas, ovinos o vacunos. Rápidamente se encariñan con los animales y los cuidan bien. Luego la leche y sus derivados daba un motivo más para que los sigan criando. Así prosperaron muchos y llegaron a tener hermosos hatos.
Lo que les gustaba era que yo les garantizaba la compra del ganado en el momento que ellos tuvieran la necesidad de venderlos. Para superar su natural desconfianza puse una balanza para pesar los animales y un precio por kilo del peso total. Eso les obligaba a mantener buenas pasturas y traer los animales gordos y bien alimentados. Era bueno ver sus anchas sonrisas cuando los animales pesaban más de lo que ellos habían calculado.
Yo no tenía inconveniente en pagar buenos precios, ya que con mi antiguo amigo Silva, teníamos un trato que permaneció en el tiempo. Pagaba bien para llevar el ganado a Lima, donde había establecido una red de contactos de primer nivel y este pequeño empresario moderno era accionista de un camal en la capital con lo que se garantizaba buenos precios y que trataran bien los matarifes, que en ese entonces como ahora ya eran unos buenos pillos. Por mi parte ese buen trato me permitía hacer otro tanto con los míos. Yo no era partidario de robarle al débil para mejorar una magra economía. Mi táctica era parecida a la de Silba, dar buen trato y buenos precios para incentivar la crianza. A esto le agregaba la entrega de sementales mejorados y buenas terneras, animales que me traía por encargo Silba en sus camiones, con un flete preferencial. Mis vecinos quedaban asombrados por la cantidad y calidad de los animales que había en mis corrales de engorde y me perseguían pidiendo la receta. Yo se las daba sin ningún empacho, pero siempre creían que se trataba de una broma de la cual se reían de buena gana y yo me reía junto con ellos.
Esa política y darles algunos premios e incentivos a los que entregaran el mayor número de animales al año, me permitió ser una de los primeros proveedores de Roberto Silva, el comerciante más destacado y moderno en ganado que tubo todo el departamento. Cuando se es ganadero, recibir un torete de pura sangre de regalo es sin duda un lindo regalo.