lunes, 8 de octubre de 2007

Cuento Don Alfredo

Cuento

Conversando con Don Alfredo

Escrito por:

Alfredo L.Vasquez

Lima Octubre 2000



Introducción


Este cuento no es ni histórico ni real es solo eso un cuento, que sirve para poder ilustrar algunas costumbres del Peru del siglo pasado, por lo que cualquier parecido con la realidad es pura casualidad y / o coincidencia, por esta razón pido a todas las personas sensibles no sentirse aludidas ni mucho menos identificadas.


NOTA EDITORIAL
Los editores agradecen la colaboración de un grupo de personas que apoyaron contando sus propias historias y o experiencias para poder ilustrar los pasajes aquí narrados, a pedido de esas mismas personas no se consideran sus nombres verdaderos.



CONVERSANDO CON DON ALFREDO
Copy Rigth, 2000 Alfredo Vásquez Espinoza
ISBN :
E-mail:
alfredovasquez@usa.net
Teléfono: (511) 99263408

Permitida la reproducción total ó parcial, de las características gráficas de este cuento. Todos los párrafos de este cuento pueden ser reproducidos, copiados, o transmitidos sin autorización del autor.




Conversando con Don Alfredo

Huañuruscarjanquiña

Estaba de presidente del Perú Oscar R. Benavides y el mundo sin saberlo aguardaba su primera guerra mundial, corría el día del cumpleaños de mi madre 7/12/1913, me pusieron por nombre Luis Alfredo, era el tercero de los hijos, de Doña Leocadia Bustamante Rosas, ese día llovía a cantaros, estaba la familia haciendo preparativos para viajar a la estancia de Pinturcha, el viaje se retrazo con mi llegada, pero en enero del 14, yo ya estaba en Pinturcha, en compañía de mi padre Don Guillermo Antonio Vásquez Gutiérrez.


Doña Virginia Arangüena de la familia de mi padre festejaba mi llegada

Tenia un mozo que me acompañaba a todo lado él se llamaba Zacarías, tendría 2 años mas que yo, él era mi compañero de juegos, mi asistente, mi maestro, ya que me enseñaba a montar a caballo.


Recuerdo una vez, cuando tenia cinco años, habíamos ido a Aputayca por los caballos de papá Guillermo cuando pasamos por la pampa de Tirascaychi, una explanada de unos 500 metros de largo, especialmente utilizada para la siembra por raimi[1]; ese año la cebada ya estaba cosechada y la pista de carrera estaba disponible, y cada uno de los centauros disponía de lindos caballos, sin pensarlo dos veces iniciamos la carrera, cuando estábamos a mitad del camino había un montículo de paja de cebada, que decidimos saltar cual campeones de equitación.
Pinturcha, Alfacancha, Papa Huana, Quépaya, Molleyoc, Aputayca, Huiluchapampa, Coñane, Jotinta, Larcay, El Frente, Huayana.

Cuando estábamos sobre el obstáculo, para sorpresa nuestra salieron despavoridos de dentro de la paja una familia entera de chanchos, esto espantó a mi caballo derribándome en el acto. Como no era un jinete experto caí de mala manera y perdí el conocimiento, Zacarías que tenia la responsabilidad de devolverme a casa sano y salvo utilizo el único liquido que había en la zona para poder despertarme, sus propios orines, ¡me orino en la cara¡ para poder despertarme y me dijo justificándose:

huañuruscarjanquiña, es decir, ya estabas en peligro de muerte, por lo que tuve que actuar de inmediato.

Los días en el pueblo se iniciaban muy temprano, alrededor de las cuatro de la mañana, había que apoyar en la producción en ese tiempo hubieron cambios en la familia, primero que tenia hermanos menores, segundo mi padre ya no vivía con mi madre, tercero teníamos una madrastra en casa, y la leche ya no era tan abundante como hubiéramos querido, sin embargo el personal de servicio se daba maña para poder alimentarnos como era debido.

Alguna vez mi padre se confundía de hora y nos levantaba a las tres de la mañana,
(la costumbre de levantarse temprano la he conservado), nuestro padre estableció que quien estuviera listo para partir más temprano iría a la chacra más cercana, este reto era muy divertido, ya que obligaba a establecer juegos de estrategia, que permitieran ser mas eficiente y veloz, recuerdo que muchas veces amarre los pantalones a mi hermano para que no pudiera vestirse con facilidad, otras veces yo dormía con el pantalón puesto, para salir disparado a ver nuestras chacras, traer los daños, y/o llevar nuestro ganado a pastar.

Esos días no comprendía, pero luego de unos años lo comprendí a cabalidad, mi padre estaba forjando hombres de verdad, estaba templando nuestro carácter, estaba creando una disciplina, un estilo de vida, que me acompaño por siempre.

En aquellos días había personal de servicio en la casa que con mas eficiencia podrían haber hecho nuestra tarea diaria, sin embargo éramos nosotros los que hacíamos la tarea.

Fuimos creciendo y era Pinturcha, Alfacancha, Papa-Huana, Quepa-ya, Molleyoc, Aputayca, Huilu-chapampa, Coñane, Jotinta, Lar-cay, El Frente, Huayana, la cruz de Tranca Pata, a la entrada del Pueblo, Loren Soras y Hanan Soras lugares que íbamos descubriendo, que nos identificaba, y que después nos identificaría con mi querido Soras.

Cuando en la parte alta de Soras llovía en exceso el agua se conducía por un dren construido y daba un salto de 30 metros de altura antes de llegar al pueblo, luego del salto el agua desaparecía en un sumidero gigantesco conocido como Ancaypahua, este fenómeno lo veíamos algunos años, era un espectáculo maravilloso, era un desagüe artificial de avenidas extra-ordinarias.

EL TIO JUSTO NO ES JUSTO

Recuerdo una anécdota que me ocurrió cuando tenia 7 años, estábamos en la casa de campo de unos primos de mi padre en Tumire, era la casa de Justo Faro y estaba a un kilómetro de mi casa, cuando llegamos, había gran cantidad de duraznos maduros en los árboles de la huerta Chica y como era natural mi padre me ordenó que fuera a casa por un cuchillo para pelar esas frutas y comerlas como es debido, fui a casa y volví con un cuchillo, mi padre me volvió a ordenar, pidió que trajera mas cuchillos por que los comensales eran varios, volví a casa, cuando llegue a la casa de campo con las ansias de comer todos los duraznos que pudiese, una tía, pidió servilletas, a lo que respondí con un “Oc”, que era el vocablo que representaba la rebeldía y el fastidio.

El tío Justo que escucho mis respuesta a la tía, le dijo en tono irónico y provocador a mi padre:

tu hijo no sabe pronunciar bien las vocales, el ha aprendido la “O”, antes de la “A”;

Por este atrevimiento fui castigado públicamente, a no comer los duraznos, con los que sueño hasta hoy.

Ese día fui al borde del camino a consolarme, cuando paso un hombre arreando un burro cargado de tunas, las traía de Llamaja, la parte baja de Soras, le compre por valor de 5 centavos 30 tunas y comí, pelándolas lentamente con mi navaja, pensando que eran los deliciosos duraznos, desde ese día nunca me separe de mi navaja, la Swiss army knife, la de color rojo, que se convirtió en un clásico de la familia. Esto era para poder comer los duraznos, si se volvía a presentar la oportunidad.

Cuando tenia 8 años acompañé a mi padre a Puquio, en ese pueblo conocí la escuela, donde solo estuve un día, no aguante la idea de estar lejos de mi familia. Le rogué a papá Guille para que no me dejara, por lo que volvimos a Soras.

Mi fiambre fue gallina, cancha y humitas dulces


Luego de algunos años llegó a Soras José Maria Arguedas que venia acompañando a su padre que era ganadero, él, un niño de mi edad, sabia leer, lo cual me llamo mucho la atención, con José Maria, nos hicimos compadres espirituales eran épocas de carnaval, día de compadres.

tu hijo no sabe pronunciar bien las vocales, el ha aprendido la “O”,antes de la aCuando yo ya tenia 13 años le pedí a mi padre que me enseñaran a leer; a lo cual él accedió. Con este motivo fuimos a Anda-huaylas, distante unos 150 Km. al norte, allá viajamos con una larga comitiva, pasamos por muchos lugares, como Larcay, Chicha, Pampachiri, Campanayocc, Queñohuaran, el viaje fue a caballo, recuerdo como si fuera hoy el fiambre que me puso mi mamá, era gallina cocida, cancha de maíz chullpi y humitas dulces frías.

Nuestra primera parada fue al salir del puente de Larcay, allí en plena subida, merendamos, cada uno de su propio cocaví, mi padre, mi hermano y yo.

Cuando me aproximaba a Andahuaylas me llamo mucho la atención la larga bajada desde Huancabamba, el pueblo se veía chiquito, al primero que reconocí fue a mi primo Abraham Padilla que nos había tomado la delantera, dijo que cuando me vio, mi cara le parecía una manzana roja de California, habría sido por el tremendo viaje y la altura.


“Le pegaste a mi padre, le pegaste a mi hermano, ahora deseo que me pegues a mí.
Tenorio Puma.”Nos alojamos en casa del Director de la escuela mixta, Don Lázaro Carrillo, llegue y sufrí un trauma, los más pequeños que yo ya sabían leer y escribir, por esta razón me sentí desubicado en el primer grado de primaria, Don Lázaro que era un educador nato, y hombre de buen talento para la educación, me puso en tercer año, de frente sin pasar por los primeros niveles, con la condición que me igualara, así superé mi trauma y pase tres años en Andahuaylas, al final, fueron los únicos tres años que estudie en mi vida, le di duro a la tabla de multiplicar, y a la caligrafía, con gran voluntad.

Termine de estudiar en Andacho, y volví a mi pueblo a la edad de 17 años, era 1,930, un año particularmente difícil, había persecución política; en mi pueblo algunas personas notables fueron acusadas, acosadas y perseguidas por la gendarmería, ese año me incorpore a la fuerza laboral, a las actividades, productivas de mi papá, era el principal amansador de caballos, el chucarero; tenia un machito negro, era un mulo mañoso, especialmente mañoso, para ser cabalgado sólo por mí, esos años teníamos una recua de mulas, para hacer comercio con la costa, una buena crianza de caballos, burros, ovejas, ganado vacuno, todo marchaba bien, yo era el rey emergente del pueblo, me sentía el mas grande y poderoso, tenía fuerza, talla, energía y valor.
UN PUMALEON DESPIERTO

Un buen día que llegaba de Aputayca cabalgando mi mulo escuche que en una cantina alguien era maltratado física y verbalmente, al estar cerca note que el ofendido era papá Guille, lo que me enfureció, así que entre cabalgado a la cantina y apreté las espuelas y mi animal arremetió contra Seferino Puma el ofensor, el papá de los Puma, este era un viejito, muy fuerte, que fue reducido por mi ímpetu, pero la cosa no quedo allí, al día siguiente recibí una papeleta del hijo mayor, de Seferino alguien llamado Severino Puma, este muchacho tenia fama de ser camorrero, chato y fuerte, era el gallito del pueblo quien quería medir fuerzas, la cita era a solas, sin testigos, a espaldas de la iglesia, frente al coso, allí nos enfrentamos, el hombre se saco el saco, quedando en mangas de camisa, yo, para dar la contra me abotone el saco, él gallo vino como una tromba, le hice un quite y cayo al suelo, una vez en el suelo le di, le di como a bombo de fiesta, le rompí un par de costillas, el tabique nasal, le deje muchos moretones, (calma, calma, así era la época no me estén criticando) lo mande a recuperarse en cama.

Al día siguiente recibí otra papeleta, en tono mas fuerte que el anterior, y esta decía:

“Le pegaste a mi padre, le pegaste a mi hermano, ahora deseo que me pegues a mi".

Firmado. Tenorio Puma.

En el lugar de siempre detrás de la iglesia, vi y tasé al muchacho de nombre Tenorio Puma, este gallo era menos gallo que su padre y su hermano que habían caído con relativa facilidad, así que confiaba en mis fuerzas, esta excesiva confianza hizo que me acercase demasiado a este contrincante que me engancho un derechazo, convirtiendo mi ojo izquierdo en una manzana verde y abultada, esto me enfureció y le pegué una golpiza de padre y señor mío.

Al final cuando la pelea casi había terminado apareció mi tía, Virginia trayendo una jarra de agua al mismo tiempo que pedía calma, mi tía me acerco un vaso de agua para mi y otro para el caído en combate, a lo que llevado por la furia dije, tía a este perro no le demos ni agua.

Los días eran felices, la caja, la economía y las finanzas de casa estaban cada vez mejor, no faltaban las tareas ni los trabajos, nuestro engreído burro echor no procreaba, las mulas que esperábamos criar nacían, teníamos un potro burrero, que tampoco era muy efectivo, la tropa que si funcionaba era la de caballos castaños, que trajimos de la costa, eran unos lindos caballitos de paso, crías de un potro que mi padre había truequeado por 20 toros grandes. Nuestra tropa de cerriles era hermosa los caballos los teníamos en Pajchilo, Joñani, Totoral, era una época de bonanza.

Fueron varios años de trabajo, y como siempre ocurre en la vida, los cambios se presentaron sin avisar, el primer cambio fue el de mi madrastra que era la adoración de papá una mujer de talla pequeña, gustos refinados y etiqueta aprendida, que gustaba disfrutar del sexo, (no por nada estábamos en los locos años 20s) la fortuna que había en casa era sustraída sistemáticamente en complicidad de su hermana y cuñado.


Todo a espaldas de papá que no sabia del asunto, cuando mi viejo se entero de las travesuras y triquiñuelas de doña Sarilla, se le cayo el mundo, lo cogió una depresión, ya no trabajaba a gusto.

Al poco tiempo expulsó a la infiel fuera de la vista pero no de su corazón, la doña cambio de residencia de Soras se fue a Puquio, llevándose a su hermana, cuñado y mas de la mitad de la fortuna

Mi papá no dejó de tomar, hasta el día que murió, tomaba día y noche, quería ahogar a las penas, pero las malditas sabían nadar.

La madrastra no quedo satisfecha con la resolución adoptada y me inventó una conspiración contra el gobierno. La gendarmería llego a Soras a buscárme, pero fuimos alertados oportunamente de los motivos de esa comisión, por lo que tuve que refugiarme en la casa de campo de mi tío, Justo, (aquel de los duraznos cuando fui niño).

Mi tío tenia cinco hijas casi de mi edad que se turnaban para llevarme el almuerzo a unas cuevas que estaban cerca de la casa, esto ocurría una vez al día, la situación era sumamente aburrida, ya que no podía salirde mi escondite, un día que me llevo el almuerzo una de mis primas, de la conversación fuimos al juego y del juego fuimos al fuego, ese único día que estuvimos juntos sucedió todo lo que debía suceder.

Cansado de vivir en el refugio 1,935 un día salí y me entregue a la gendar-mería con la condición de que no ser esposado y les prometí que no escaparía, ese viaje lo hice en mi ya famoso machito negro. Realmente no escape por que no quise.

El segundo cambio se produjo cuando llegamos a Puquio, sería liberado solo si prometía no volver a Soras, por un buen tiempo, mi madrastra tenía la secreta esperanza de poder volver con mi padre y su aparente obstáculo era yo, nunca hubo reconciliación entre ellos, estando en Puquio decidí seguir viaje a Lima, la ciudad del gran desafío.

Cuando llegué a Lima me volví a encontrar con mi primo y paisano Abraham Padilla con quien entramos a trabajar de ayudantes de sastre, la paga era poca, pero daba oportunidad de estudiar en la escuela nocturna, yo tenia poca paciencia, para ser sastrecillo valiente, así que iba buscando diferentes oportunidades, hasta que mi tío Manuel Bustamante, me recomendó para trabajar con un “Turco” que era dueño en una nueva fabrica de medias que habían traído a Lima, vía el Callao.

El primer día de trabajo conocí a un español de apellido Ferradas que huía de la guerra española, él era obrero como yo, él me enseño a economizar en la hora del almuerzo, este señor solo pedía, un trozo de chicharrón, sacaba un pan grande del bolsillo, abría el pan e introducía el chicharrón con una porción de camote frito, todo esto lo partía y lo compartía diciendo, este es el mejor almuerzo del mundo. Este ritual lo hicimos por semanas, la paga era escasa, había que ahorrar.

El sueldo que ganaba era de un sol diario, después de algunas semanas de trabajo el Italiano Squilachi que habían contratado para hacer el montaje de la fabrica me identifico, y me pidió para ser su ayudante, como mi desempeño cada vez era mejor, el Italiano Squilachi me aumento a cinco soles por día.

La maquinaria ya funcionaba y fueron contratadas cientos de mujeres para trabajar con las mulitas. Se les decía mulitas a las maquinas tejedoras, que eran operadas por generalmente por una obrera yo trabajaba de ayudante del mecánico de mantenimiento de las mulitas, estas por la calidad del hilo se paraban con bastante frecuencia, los dueños de la fabrica habían definido su política salarial: pagarían a destajo, es decir pagaban mas a mayor producción, las obreras fueron capacitadas, y empezó la producción.

Donde y cuando se paraba una maquina, yo era solicitado, tanto que me convertí en el hombre mas popular de la fábrica todas me llamaban Alfredito, Alpi, Alfre, lo que llenaba mi ego, poco a poco perdí mi natural timidez de serranito, ya era nuevamente el rey, el dueño del desarmador y el alicate, esta súbita popularidad, un salario cinco veces superior al promedio de los obreros, me permitieron conocer y redescubrir el sexo, corría el año 1,938. Todas las chicas querían mi compañía, todas deseaban que estuviera a sus lados, el interés era al ayudante de mecánico no al hombre.

Los lugares de mi predilección fueron la playa, los carnavales de Barranco; adopte un estilo de gentelman. Cada día era solicitado por mis compañeras de trabajo, a las que complacía, lo que hasta hoy no me explico es como salve de contraer cualquier clase de enfermedad de transmisión sexual, eso muy iba bien, el jefe de mantenimiento, el Italiano creyó cumplida su misión en Lima y se disponía a partir a su país, él me ofreció el puesto de jefe de mantenimiento, con una paga de 14 soles diarios, al mismo tiempo que me ofrecía él puesto, me dijo: piénsalo y me das la respuesta mañana; salí a pasear al Jirón de la Unión, pensando que la inspiración me llegaría de golpe, y llegó, allí me encontré en forma casual con el hermano del diputado por mi zona un señor Calle, con quien comente el asunto que me afligía, él me pregunto en que trabajaba, a lo que respondí con lujo de detalles, yo no sabía ese momento, este señor estaba reclutando gente para la policía, y me dijo en tono convincente:

“Alfredo, no sigas en ese trabajo te vas a volver tuberculoso”

Alfredo, no sigas en ese trabajo te vas a volver tuberculoso Mientras yo pensaba -este como sabe de mi vida nocturna-, él continuo diciendo:

Hermano deja ese trabajo, por que los tejidos desprenden un polvillo que entra en los pulmones y te jodes para siempre. Que te parece si te recomiendo para la escuela de policía, allá estudias 6 meses y te haces asignar a nuestro pueblo, en condición de autoridad te ira mejor sobre todo con tu salud.

La idea me pareció estupenda, en ese momento asocie, alto pago con alto riesgo, y pensé me pagarían bien por que el trabajo, que haría sería de riesgo; dadas esas condiciones preferí renunciar, es así que me aliste en la escuela de policía.
Termine el curso de Policía, me destaque como furriel, al tiempo que pedía mi cambio para mi pueblo, en el escalafón de policía, no había plaza para mi pueblo y solo había plazas para Chalhuanca, lugar al que fui con el mayor agrado por estar cerca de mi casa, con la ilusión de volver al terruño, una vez que me instale en Chalhuanca, lleve conmigo mi nuevo estilo citadino, mi clase de nuevo gentleman.

Yo no era un bailarín es mas no bailaba ni cantaba, pero si era un buen organizador, cada sábado organizábamos las famosas sabatinas, tanto en Chalhuanca Abancay, Talavera, ó Grau, teníamos un equipo de música portátil, una vitrola de buena calidad, a la que sacábamos buen provecho. Fui encomendado a diferentes comisiones y misiones, para establecer la verdad en un sin numero de casos, que es historia aparte, mi condición de buen jinete me permitía viajar a todos esos lugares con relativa facilidad.
Me hice popular entre las damas de la zona, seria por el estilo o por cualquier otra causa, los niños venían con juicios, los pedidos de pensión eran cosa de todos los días, los malentendidos eran frecuentes aun cuando jamás conté a nadie sobre mi vida.

Estando en Chalhuanca, caí enfermo, una mula del puesto me pateo de mala manera, y la herida se complico, el Dr. Díaz quien luego fue mi compadre en Abancay me atendía a diario, mi única hermana Marina fue a visitarme, mi querida madre también y se quedo acom-pañándome 45 días hasta que me recuperé de mis dolencias, mi padre también estuvo conmigo en esos momentos. pero me recuperé y salve.

Estando ya recuperado deje el puesto de Chalhuanca y me destacaron a Andacho, allí ya tenia 29 años, era un muchachon cotizado, lucia un bigote siempre bien recortado y pintado de acuerdo la moda de la época, yo siempre negué lo de la pintura, pero era una buena estrategia de conquista, las damas siempre querían acercarse a ver mi bigote, la segunda guerra estaba en todo su furor, las provisiones escaseaban, y se corría toda clase de rumores sobre la bomba atómica y el fin del mundo.

Había conocido a Agripina en Pampachiri, pero no éramos amigos, esta segunda ves que la veía, me impresiono mucho, ya que se trataba de una mujer dueña de sí, poseía simpatía, natural, inteligencia superior, y cultura, ella era la presidenta de un club de señoritas que hacían poesía, tocaba música europea en una mandolín, jugaba tenis en el club social, era la mujer ideal, y quede totalmente enamorado, sin embargo no había forma de acercarse, ya que era muy sobrada, así que utilice una estrategia militar, conquiste al papá de Pina, a don Leoncio Espinoza, él estaba techando su casa en la Quinta No Me Olvides, cuando me presente con dos peones para ayudar en las labores del techado.

Ya cumplidos los 30, pensé en casarme, así le propuse a Pina, quien me acepto con cierta demora.

Así llegue al día de mi matrimonio el 18 de Marzo del 44, con los antecedentes que les fui contando, había muchas, señoritas que me de-seaban soltero, o mejor dicho no deseaban que me case, pero yo estaba enamorado y me quería casar, y me case y fui muy feliz.

FIN
[1] Raimi, es una costumbre andina, es la siembra colectiva de un territorio, que pertenece a muchos propietarios, se comparte las tareas, y los benefios. Con participaciones previamente definidas (accionistas y dividendos)

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