Comprensión Maternal
POR: Agripina Espinoza Hernandez
La hija que posea una madre amante y comprensiva está salvada para el porvenir, porque le alumbra la estrella más brillante que guiará su vida por senderos seguros. ¡Madre! Es el vocablo más sublime que engrandece a la mujer, es la palabra que compendia todas las virtudes femeninas.
La madre como la persona más sincera, desinteresada y tierna, está llamada a ser la única y la mejor confidente de sus hijos en la edad en que despiertan sentimientos que inquietan su corazón de adolescente.
Cuando los hijos tienen la edad de 12 a 18 años, la madre tiene una delicadísima misión, que desempeñar (aguzando su observación, ampliando su comprensión) tiene que observar atentamente todas las reacciones de sus hijos y comprenderlas, ante todo inspirándole confianza con su actitud serena, sus bondadosas amonestaciones, los oportunos consejos, las razones convincentes, el juicio equilibrado, la vigilancia tolerante y su perdón indulgente; jamás deberá mostrarse intolerante, prohibiéndoles de todo con regaños y amenazas, que no conducen, sino a ese cuadro tan triste de que madres e hijos parezcan extraños y en cuestiones sentimentales la aspereza y la incomprensión llevan a la ceguera y al capricho, en lugar de ser una suave luz que alumbra sin desgarrar el velo de la ilusión.
La hija que no confía en su madre por esa falta de confianza, por excesivo respeto o por temor a su incomprensión, abandonada a la soledad, en la edad que necesita ayuda buscará una confidente en cualquier amiga para confiar sus secretos, y ésta si es joven también qué podrá guiarle ni resolver bien sus asuntos? se hace pues imprescindible la intervención amistosa y cordial de la madre para evitar que las hijas inexpertas sucumbas a los primeros desengaños de la vida.
Ninguna madre ha de querer que la criatura querida que arrulló en la cuna con todos los cuidados imaginables fracase lamentablemente a causa de un descuido cuando grande. Si amas tanto a tus hijos previenelos cariñosamente contra todas las asechanzas de la vida, persuádeles suavemente del mejor camino que debe seguir, y compréndele ampliamente en todo lo que te solicitase. Así unirás todas las bellas virtudes, que adornan la más rara de todas: la comprensión, porque “amar es comprender”. Procuremos ser comprensivas porque “comprender es amar”.
Chalhuanca, Primavera del 39
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