Si supieran…maestrita
Por: Agripina Espinoza Hernandez
Para ti maestrita de verdad son estas pequeñas líneas, que te dedico en homenaje de simpatía y comprensión por tu silenciosa y fecunda obra de modeladora de la niñez.
Si supieran… maestrita que en el olvidado rincón de una escuelita, dejas girones de tu vida, afectos de tu alma y sueños de tu juventud, comprenderían que en esa ofrenda silenciosa das lo mejor, de tu propio ser.
Si supieran…maestrita que cual solicita jardinera, cuidas, la pequeña planta verde que es el niño, para que crezca, bello y lozano, como se embelesarían en tu jardín y aspirarían el perfume de tus flores.
Si supieran…maestrita con cuánta ternura amas, a los hijos de los extraños, aquellos mismos que te critican, cómo se guardarían de herir tu corazón.
Si supieran…maestrita con qué infinita paciencia tienes que soportar las mil malacrianzas de los hijos ajenos, con cuanta comprensión, benevolencia te juzgarían todos los padres exigentes.
Si supieran…maestrita con cuantos afanes y desgastes haces que penetre la luz, en esas pequeñas cabecitas, no te tildarían de ociosa que se gana lindamente la vida, sin cumplir con su deber.
Si supieran…maestrita con cuantos desvelos e inquietudes consigues encausar al buen camino a un muchacho de tendencias rastreras, cuánto te agradecerían por devolver a la sociedad un miembro útil.
Si supieran…maestrita que eres la sembradora de buenos ideales y sentimientos nobles, te considerarían como a la mejor benefactora de la humanidad.
Agripina Espinoza H.
Andahuaylas 14/05/1941
jueves, 25 de junio de 2009
DAR ES AMAR
Dar es amar
Por Agripina Espinoza Hernandez
Dar al limosnero algo que poseemos es hermoso y placentero, porque nos proporciona la ventura de realizar una buena acción, pero la humanidad está necesitada más que de dádivas materiales de dádivas morales. Hacen falta en el mundo almas generosas que sepan dar antes de pedir, que sepan ceder antes de quitar, que sepan servir antes de exigir.
Todos podemos dar algo, Dios puso en nuestras almas mucha riqueza espiritual, aunque carezcamos en absoluto de lo material, debemos aprovechar todas las magnificas oportunidades que diariamente se presentan para ejercitar la bondad de nuestro corazón.
Así, demos consuelo a los que gimen sin amparo, alegría al triste que oprime algún dolor, luz a los que están sumidos en la ignorancia, la mano al caído que espera quien lo levante.
Ofrezcamos por doquier nuestros servicios, nuestra cooperación, nuestros servicios, nuestra voluntad, así ayudaremos a aliviar las múltiples necesidades de nuestros hermanos.
Entreguemos sin recelos todo lo mejor de nuestros sentimientos; amor, ternura, amistad, estimación. Me diréis, qué no todos merecen? no importa, nuestra ley es “amar”, que no todos agradecen?. Lo esencial no es esperar gratitudes, lo importante es amarles, considerarles, estimularles.
Otorguemos todos los bienes que podamos sin pensar en el retorno sin desalentarnos, porque no comprenden, para hacer bien no es necesario saber a quién. Amemos dando sin medir, sin pedir, así cumpliremos con la sublime ley que el Dador de todos los bienes nos impuso tan sabiamente. Dar es la forma más hermosa de amar.
Chalhuanca, 19 Setiembre, 1939
Por Agripina Espinoza Hernandez
Dar al limosnero algo que poseemos es hermoso y placentero, porque nos proporciona la ventura de realizar una buena acción, pero la humanidad está necesitada más que de dádivas materiales de dádivas morales. Hacen falta en el mundo almas generosas que sepan dar antes de pedir, que sepan ceder antes de quitar, que sepan servir antes de exigir.
Todos podemos dar algo, Dios puso en nuestras almas mucha riqueza espiritual, aunque carezcamos en absoluto de lo material, debemos aprovechar todas las magnificas oportunidades que diariamente se presentan para ejercitar la bondad de nuestro corazón.
Así, demos consuelo a los que gimen sin amparo, alegría al triste que oprime algún dolor, luz a los que están sumidos en la ignorancia, la mano al caído que espera quien lo levante.
Ofrezcamos por doquier nuestros servicios, nuestra cooperación, nuestros servicios, nuestra voluntad, así ayudaremos a aliviar las múltiples necesidades de nuestros hermanos.
Entreguemos sin recelos todo lo mejor de nuestros sentimientos; amor, ternura, amistad, estimación. Me diréis, qué no todos merecen? no importa, nuestra ley es “amar”, que no todos agradecen?. Lo esencial no es esperar gratitudes, lo importante es amarles, considerarles, estimularles.
Otorguemos todos los bienes que podamos sin pensar en el retorno sin desalentarnos, porque no comprenden, para hacer bien no es necesario saber a quién. Amemos dando sin medir, sin pedir, así cumpliremos con la sublime ley que el Dador de todos los bienes nos impuso tan sabiamente. Dar es la forma más hermosa de amar.
Chalhuanca, 19 Setiembre, 1939
Comprensión Maternal
Comprensión Maternal
POR: Agripina Espinoza Hernandez
La hija que posea una madre amante y comprensiva está salvada para el porvenir, porque le alumbra la estrella más brillante que guiará su vida por senderos seguros. ¡Madre! Es el vocablo más sublime que engrandece a la mujer, es la palabra que compendia todas las virtudes femeninas.
La madre como la persona más sincera, desinteresada y tierna, está llamada a ser la única y la mejor confidente de sus hijos en la edad en que despiertan sentimientos que inquietan su corazón de adolescente.
Cuando los hijos tienen la edad de 12 a 18 años, la madre tiene una delicadísima misión, que desempeñar (aguzando su observación, ampliando su comprensión) tiene que observar atentamente todas las reacciones de sus hijos y comprenderlas, ante todo inspirándole confianza con su actitud serena, sus bondadosas amonestaciones, los oportunos consejos, las razones convincentes, el juicio equilibrado, la vigilancia tolerante y su perdón indulgente; jamás deberá mostrarse intolerante, prohibiéndoles de todo con regaños y amenazas, que no conducen, sino a ese cuadro tan triste de que madres e hijos parezcan extraños y en cuestiones sentimentales la aspereza y la incomprensión llevan a la ceguera y al capricho, en lugar de ser una suave luz que alumbra sin desgarrar el velo de la ilusión.
La hija que no confía en su madre por esa falta de confianza, por excesivo respeto o por temor a su incomprensión, abandonada a la soledad, en la edad que necesita ayuda buscará una confidente en cualquier amiga para confiar sus secretos, y ésta si es joven también qué podrá guiarle ni resolver bien sus asuntos? se hace pues imprescindible la intervención amistosa y cordial de la madre para evitar que las hijas inexpertas sucumbas a los primeros desengaños de la vida.
Ninguna madre ha de querer que la criatura querida que arrulló en la cuna con todos los cuidados imaginables fracase lamentablemente a causa de un descuido cuando grande. Si amas tanto a tus hijos previenelos cariñosamente contra todas las asechanzas de la vida, persuádeles suavemente del mejor camino que debe seguir, y compréndele ampliamente en todo lo que te solicitase. Así unirás todas las bellas virtudes, que adornan la más rara de todas: la comprensión, porque “amar es comprender”. Procuremos ser comprensivas porque “comprender es amar”.
Chalhuanca, Primavera del 39
POR: Agripina Espinoza Hernandez
La hija que posea una madre amante y comprensiva está salvada para el porvenir, porque le alumbra la estrella más brillante que guiará su vida por senderos seguros. ¡Madre! Es el vocablo más sublime que engrandece a la mujer, es la palabra que compendia todas las virtudes femeninas.
La madre como la persona más sincera, desinteresada y tierna, está llamada a ser la única y la mejor confidente de sus hijos en la edad en que despiertan sentimientos que inquietan su corazón de adolescente.
Cuando los hijos tienen la edad de 12 a 18 años, la madre tiene una delicadísima misión, que desempeñar (aguzando su observación, ampliando su comprensión) tiene que observar atentamente todas las reacciones de sus hijos y comprenderlas, ante todo inspirándole confianza con su actitud serena, sus bondadosas amonestaciones, los oportunos consejos, las razones convincentes, el juicio equilibrado, la vigilancia tolerante y su perdón indulgente; jamás deberá mostrarse intolerante, prohibiéndoles de todo con regaños y amenazas, que no conducen, sino a ese cuadro tan triste de que madres e hijos parezcan extraños y en cuestiones sentimentales la aspereza y la incomprensión llevan a la ceguera y al capricho, en lugar de ser una suave luz que alumbra sin desgarrar el velo de la ilusión.
La hija que no confía en su madre por esa falta de confianza, por excesivo respeto o por temor a su incomprensión, abandonada a la soledad, en la edad que necesita ayuda buscará una confidente en cualquier amiga para confiar sus secretos, y ésta si es joven también qué podrá guiarle ni resolver bien sus asuntos? se hace pues imprescindible la intervención amistosa y cordial de la madre para evitar que las hijas inexpertas sucumbas a los primeros desengaños de la vida.
Ninguna madre ha de querer que la criatura querida que arrulló en la cuna con todos los cuidados imaginables fracase lamentablemente a causa de un descuido cuando grande. Si amas tanto a tus hijos previenelos cariñosamente contra todas las asechanzas de la vida, persuádeles suavemente del mejor camino que debe seguir, y compréndele ampliamente en todo lo que te solicitase. Así unirás todas las bellas virtudes, que adornan la más rara de todas: la comprensión, porque “amar es comprender”. Procuremos ser comprensivas porque “comprender es amar”.
Chalhuanca, Primavera del 39
LA BECARIA DE TARAPACA
LA BECARIA DE TARAPACÁ
Por Hugo Vásquez Espinoza
Corría el año de 1927, a la medianoche de un día cualquiera, se encontraba Doña Honorata Hernández de Espinoza meditando sobre temas muy importantes para la familia, cuando llegó su esposo Don Leoncio y ella le preguntó, cómo estuvo la corrida de toros? El aludido contestó, bravaza, hubo dos muertos, y uno que ya volteaba la esquina lo tuve que operar, el toro le había seccionado los testículos y ha quedado tan bien que tendrá mellizos, estuve hasta altas horas curándolo y luego fuimos a celebrar. Qué bien dijo mamá Hono, como le llamaban con cariño sus allegados, ahora duerme, mañana tenemos mucho trabajo salimos temprano a Occra(*) a preparar charqui para cinco años completos. ¿Mañana? replicó don Leoncio, pero si me he comprometido a ir a Larcay a realizar unos injertos de rosas. Duerme ya no leas por esta noche (el aludido tenía la virtud de la lectura y se pasaba noches enteras leyendo).
Muy temprano Don Leoncio algo intrigado preguntó por qué para cinco años si siempre preparamos para un solo año, es que los negocios van algo mal y deberíamos ver otras opciones dijo Mama Hono. Ella avizoraba la crisis económica que se avecinaba, era el año de 1927 el octavo del segundo gobierno de Leguía y los negocios no iban como antes. Tenía el negocio de la panificación con integración vertical, es decir fabricaba su propia harina, cultivaba su propio trigo, que debido a una compleja logística le permitía márgenes superiores a su competencia, además cultivaba el trigo en la provincia de Aymaraes. Luego de cosecharlo lo llevaba 250 km hasta Andahuaylas para que lo molturaran y llevaba la harina a Pampachiri a 105 km, para panificar en su horno y venderlo al público, esto lo lograba merced a las mulas Tucumanas que poseía y le permitían en esos años sin carreteras, transitar largas distancias.
Mama Hono estaba convencida que debía educar a sus hijos con algo más que la educación primaria y secundaria, solía decir “ a mis hijos debo ponerles media y también zapatos para que anden en la vida, se avecinan tiempos muy difíciles, que estudien una profesión” y eso sólo se podía hacer en Lima, distante 45 días de viaje y como sus hijos eran todavía tiernos adolescentes decidió viajar para atenderlos ella misma e iniciar allá una nueva vida, algo siempre difícil y más para provincianos de clase media. La situación que definió su decisión fue que su engreída hija Agripina, terminaba la primaria en Andahuaylas en la única escuela existente la famosa escuela 652 donde fue alumna de la Profesora Celia Gonzales de del Solar.
Vendieron casi todo lo que tenía, más lo ahorrado, llegando a la fabulosa cifra de 6000 libras esterlinas. Su idea era comprar tierras en la Magdalena, muy cerca de Lima y que su imaginativo esposo Leoncio se dedicara a su pasión y profesión, cultivar flores exóticas y frutas orgánicas, como lo hacía en su fundo de Jesús María. Leoncio era un voraz lector, ello explica que tuviera múltiples oficios: era fotógrafo, fabricante de sellos, médico herbolario, activo practicante de la agricultura orgánica, tenía una especial inclinación por la investigación y el desarrollo de nuevas especies de frutas y flores gracias a la técnica del injerto. Eran muy apreciadas sus exclusivas variedades de manzanas que ofrecía a sus amigos sobre todo la famosa Winterbanana, una variedad con sabor a banana y su siempre celebrada manzana “Cara Sucia”, que tenía un aparente aspecto sucio de color marrón jaspeado pero de extraordinario sabor.
Luego de grandes preparativos que incluía la preparación de alimentos deshidratados de larga duración por el método de la sublimación (léase charqui, chochoca, chuño, etc. investigaciones recientes indican que este último tiene una vida útil de 50 años o más), partieron a Lima en larga caravana, iban con ella sus cuatro hijos, Octavila, Agripina, Hilda y el último Pedro, sus familiares y amigos los acompañaron hasta una parte del camino, Huajanapampa, como era la costumbre y tradición, luego, ellos iniciaron las largas jornadas a caballo pasando por Ayacucho, Huancavelica, Junín hasta llegar a Lima
En Lima, la familia alquiló en Barrios Altos una casa, se instaló con sus hijos y toda su comitiva, aparte de dos sobrinos trajo los infaltables fieles empleados para el servicio y se puso a buscar tierras, encontrando en La Magdalena tres hectáreas en traspaso de unos Japonesitos que las querían vender y fue con la novedad donde su esposo Leoncio.
El adujo “es muy chiquito no me alcanzara para nada y me han contado que por allí pasará una avenida llamada Brasil y quizás lo partirá en dos. Más bien me he encontrado con mi compadre Nicanor y me ha dicho que el negocio del futuro no es la agricultura orgánica si no está en el transporte por camión, me ha ofrecido presentarme a la casa Grace que me puede vender un camión a plazos”.
Pero tú no sabes manejar, objetó mama Hono.
No hay problema, contrato un chofer y listo
A dónde irás y a traer qué?,
A Ica. No hay carretera, pero todo es plano no hay problema solo piden 5000 libras de inicial y el resto en cómodas cuotas mensuales, me dan el camión y el resto es pan comido.
Es así como don Leoncio empezó el próspero negocio del trasporte terrestre antes de que hubiera carreteras. El desenlace? el negocio hizo agua, mejor dicho quedo enarenado. Un mal chofer, la carencia de carretas y la crisis económica, y encima el fenómeno del niño, estamos hablando de 1930, la Casa Grace recogió el camión faltando la última letra por pagar, quebrando la empresa.
Qué hacemos¬, fue la pregunta. Volver a empezar respondió mama Hono con firmeza. Regresaremos al terruño.
Mientras esto ocurría la Señorita Espinoza logró obtener una beca de estudios para “San Pedro” la más alta institución de estudios para el magisterio en el Perú, le cupo tan alto honor por mérito académico, pero en una jugada de última hora la recomendada de un político logró desplazarla del cuadro de méritos al segundo lugar poniendo en gran aprieto al Supervisor de educación que días antes había comunicado la buena nueva a la interesada, …. se movió cielo y tierra y no había solución hasta que a un imaginativo burócrata, que Dios guarde en el cielo, se le ocurrió una genial solución que propuso al ministro. Le dijo “…como es una beca por departamento, bueno tenemos 24 becarios pero según ley hay 25 provincias. Tarapacá, nuestro departamento cautivo, también tiene cupo y no hay postulante por la ocupación Chilena”. El ministro dijo, más que de prisa que se asigne esa beca a la postulante, y es así como llegó a San Pedro la señorita Celia Agripina Espinoza Hernández natural de Apurímac y becaria por Tarapacá y personaje de esta crónica.
También se presentó a la Universidad Católica a estudiar Letras donde fue admitida, pero llegó la hora del ir a la Normal de San Pedro y no le permitieron estudios simultáneos, era uno u otro. Escogió San Pedro donde le esperaba la dura competencia entre las distintas becarias que pretendían, con justicia, seguir siendo las primeras.
San Pedro era administrado por monjas francesas y tenían una vida monacal, solo se salía una vez al año por vacaciones y las clases eran mañana y tarde y en la noche las largas tareas, era una competencia muy dura, había que hacerse valer, estaba de Maestra General la madre Celada, en lenguaje y literatura la madre Roi de Janmer, en las temidas matemáticas la madre García y la agradable madre Ruiz en música y canto, doña Agripina bebiendo de estas fuentes e inspirada en sus padres antes descritos, y por su tesonero esfuerzo logró salir adelante culminando su carrera en la promoción de 1934 de San Pedro junto con 24 colegas.
En 1932 los apacibles fines de semana en San Pedro estudiando, de pronto se vieron cambiados por un dispositivo que permitía las salidas, qué había pasado¬, ¿las monjas se habían modernizado de pronto? No, lo que ocurrió fue que las sobrinas del Presidente Sánchez Cerro acostumbradas a una vida social intensa influyeron para que el ministro dispusiera las salidas los fines de semana. La mayor parte de las niñas se quedaron estudiando incluida Agripina no había tiempo que perder ya cuando saliera tendría ocasión de ver el mundo.
En 1935 tuvo su primer trabajo en Cañete, era muy buena colocación, pero casi al llegar un paludismo mortal la aquejó y casi “dobla la esquina”, la trajeron a Lima desahuciada pero los cuidados de su madre y su gran vigor físico logró que superara tan difícil trance. Luego, fue trabajar a la escuela Japonesa ubicada en la Av. Mariátegui en Jesús María, logrando el aprecio del cuerpo directivo y los alumnos, allí aprendió diversas danzas, coreografías, y otros que después enseñaría en sus escuelas de la sierra.
Doña Agripina quedó fascinada por el ambiente cultural de la capital, no se perdió ninguna función de opera ni ballet, era habitúe del teatro Municipal y de las librerías de Lima y tomaba el té en el TEA ROOM del jirón de la Unión, local muy de moda en aquellos años regentado por damas Alemanas que elaborabas unas deliciosas tortas que hacían las delicias de Doña Pina.
Todo iba de maravilla hasta que llegó… la segunda guerra Mundial, como los Japoneses estaban del otro bando fue cerrada su escuela, consiguió otro trabajo y mama Hono, madre al fin, logró que la ubicaran en Chalhuanca a donde llegó como directora de la escuela pública en 1939, causando furor entre los lugareños que se “hacían lenguas” de la nueva directora, inteligente, culta, bondadosa y hermosa como una diosa, era un todo un suerte tenerla allí… pero su destino era otro. Al año siguiente, 1940 vino otro cambio y terminó en su Andahuaylas donde todo empezó, llegó como directora del Jardín de la Infancia, allí encontraría al amor de su vida, se casaría, lo que sigue es otra historia digna de ser contada por uno más “ leído y escribido” que el suscrito.
Escrito en Cañete el 14 de junio de 2009. A pocos años del centenario de mamá Pinita.
(*) Estancia o granja de propiedad de los indicados señores
Por Hugo Vásquez Espinoza
Corría el año de 1927, a la medianoche de un día cualquiera, se encontraba Doña Honorata Hernández de Espinoza meditando sobre temas muy importantes para la familia, cuando llegó su esposo Don Leoncio y ella le preguntó, cómo estuvo la corrida de toros? El aludido contestó, bravaza, hubo dos muertos, y uno que ya volteaba la esquina lo tuve que operar, el toro le había seccionado los testículos y ha quedado tan bien que tendrá mellizos, estuve hasta altas horas curándolo y luego fuimos a celebrar. Qué bien dijo mamá Hono, como le llamaban con cariño sus allegados, ahora duerme, mañana tenemos mucho trabajo salimos temprano a Occra(*) a preparar charqui para cinco años completos. ¿Mañana? replicó don Leoncio, pero si me he comprometido a ir a Larcay a realizar unos injertos de rosas. Duerme ya no leas por esta noche (el aludido tenía la virtud de la lectura y se pasaba noches enteras leyendo).
Muy temprano Don Leoncio algo intrigado preguntó por qué para cinco años si siempre preparamos para un solo año, es que los negocios van algo mal y deberíamos ver otras opciones dijo Mama Hono. Ella avizoraba la crisis económica que se avecinaba, era el año de 1927 el octavo del segundo gobierno de Leguía y los negocios no iban como antes. Tenía el negocio de la panificación con integración vertical, es decir fabricaba su propia harina, cultivaba su propio trigo, que debido a una compleja logística le permitía márgenes superiores a su competencia, además cultivaba el trigo en la provincia de Aymaraes. Luego de cosecharlo lo llevaba 250 km hasta Andahuaylas para que lo molturaran y llevaba la harina a Pampachiri a 105 km, para panificar en su horno y venderlo al público, esto lo lograba merced a las mulas Tucumanas que poseía y le permitían en esos años sin carreteras, transitar largas distancias.
Mama Hono estaba convencida que debía educar a sus hijos con algo más que la educación primaria y secundaria, solía decir “ a mis hijos debo ponerles media y también zapatos para que anden en la vida, se avecinan tiempos muy difíciles, que estudien una profesión” y eso sólo se podía hacer en Lima, distante 45 días de viaje y como sus hijos eran todavía tiernos adolescentes decidió viajar para atenderlos ella misma e iniciar allá una nueva vida, algo siempre difícil y más para provincianos de clase media. La situación que definió su decisión fue que su engreída hija Agripina, terminaba la primaria en Andahuaylas en la única escuela existente la famosa escuela 652 donde fue alumna de la Profesora Celia Gonzales de del Solar.
Vendieron casi todo lo que tenía, más lo ahorrado, llegando a la fabulosa cifra de 6000 libras esterlinas. Su idea era comprar tierras en la Magdalena, muy cerca de Lima y que su imaginativo esposo Leoncio se dedicara a su pasión y profesión, cultivar flores exóticas y frutas orgánicas, como lo hacía en su fundo de Jesús María. Leoncio era un voraz lector, ello explica que tuviera múltiples oficios: era fotógrafo, fabricante de sellos, médico herbolario, activo practicante de la agricultura orgánica, tenía una especial inclinación por la investigación y el desarrollo de nuevas especies de frutas y flores gracias a la técnica del injerto. Eran muy apreciadas sus exclusivas variedades de manzanas que ofrecía a sus amigos sobre todo la famosa Winterbanana, una variedad con sabor a banana y su siempre celebrada manzana “Cara Sucia”, que tenía un aparente aspecto sucio de color marrón jaspeado pero de extraordinario sabor.
Luego de grandes preparativos que incluía la preparación de alimentos deshidratados de larga duración por el método de la sublimación (léase charqui, chochoca, chuño, etc. investigaciones recientes indican que este último tiene una vida útil de 50 años o más), partieron a Lima en larga caravana, iban con ella sus cuatro hijos, Octavila, Agripina, Hilda y el último Pedro, sus familiares y amigos los acompañaron hasta una parte del camino, Huajanapampa, como era la costumbre y tradición, luego, ellos iniciaron las largas jornadas a caballo pasando por Ayacucho, Huancavelica, Junín hasta llegar a Lima
En Lima, la familia alquiló en Barrios Altos una casa, se instaló con sus hijos y toda su comitiva, aparte de dos sobrinos trajo los infaltables fieles empleados para el servicio y se puso a buscar tierras, encontrando en La Magdalena tres hectáreas en traspaso de unos Japonesitos que las querían vender y fue con la novedad donde su esposo Leoncio.
El adujo “es muy chiquito no me alcanzara para nada y me han contado que por allí pasará una avenida llamada Brasil y quizás lo partirá en dos. Más bien me he encontrado con mi compadre Nicanor y me ha dicho que el negocio del futuro no es la agricultura orgánica si no está en el transporte por camión, me ha ofrecido presentarme a la casa Grace que me puede vender un camión a plazos”.
Pero tú no sabes manejar, objetó mama Hono.
No hay problema, contrato un chofer y listo
A dónde irás y a traer qué?,
A Ica. No hay carretera, pero todo es plano no hay problema solo piden 5000 libras de inicial y el resto en cómodas cuotas mensuales, me dan el camión y el resto es pan comido.
Es así como don Leoncio empezó el próspero negocio del trasporte terrestre antes de que hubiera carreteras. El desenlace? el negocio hizo agua, mejor dicho quedo enarenado. Un mal chofer, la carencia de carretas y la crisis económica, y encima el fenómeno del niño, estamos hablando de 1930, la Casa Grace recogió el camión faltando la última letra por pagar, quebrando la empresa.
Qué hacemos¬, fue la pregunta. Volver a empezar respondió mama Hono con firmeza. Regresaremos al terruño.
Mientras esto ocurría la Señorita Espinoza logró obtener una beca de estudios para “San Pedro” la más alta institución de estudios para el magisterio en el Perú, le cupo tan alto honor por mérito académico, pero en una jugada de última hora la recomendada de un político logró desplazarla del cuadro de méritos al segundo lugar poniendo en gran aprieto al Supervisor de educación que días antes había comunicado la buena nueva a la interesada, …. se movió cielo y tierra y no había solución hasta que a un imaginativo burócrata, que Dios guarde en el cielo, se le ocurrió una genial solución que propuso al ministro. Le dijo “…como es una beca por departamento, bueno tenemos 24 becarios pero según ley hay 25 provincias. Tarapacá, nuestro departamento cautivo, también tiene cupo y no hay postulante por la ocupación Chilena”. El ministro dijo, más que de prisa que se asigne esa beca a la postulante, y es así como llegó a San Pedro la señorita Celia Agripina Espinoza Hernández natural de Apurímac y becaria por Tarapacá y personaje de esta crónica.
También se presentó a la Universidad Católica a estudiar Letras donde fue admitida, pero llegó la hora del ir a la Normal de San Pedro y no le permitieron estudios simultáneos, era uno u otro. Escogió San Pedro donde le esperaba la dura competencia entre las distintas becarias que pretendían, con justicia, seguir siendo las primeras.
San Pedro era administrado por monjas francesas y tenían una vida monacal, solo se salía una vez al año por vacaciones y las clases eran mañana y tarde y en la noche las largas tareas, era una competencia muy dura, había que hacerse valer, estaba de Maestra General la madre Celada, en lenguaje y literatura la madre Roi de Janmer, en las temidas matemáticas la madre García y la agradable madre Ruiz en música y canto, doña Agripina bebiendo de estas fuentes e inspirada en sus padres antes descritos, y por su tesonero esfuerzo logró salir adelante culminando su carrera en la promoción de 1934 de San Pedro junto con 24 colegas.
En 1932 los apacibles fines de semana en San Pedro estudiando, de pronto se vieron cambiados por un dispositivo que permitía las salidas, qué había pasado¬, ¿las monjas se habían modernizado de pronto? No, lo que ocurrió fue que las sobrinas del Presidente Sánchez Cerro acostumbradas a una vida social intensa influyeron para que el ministro dispusiera las salidas los fines de semana. La mayor parte de las niñas se quedaron estudiando incluida Agripina no había tiempo que perder ya cuando saliera tendría ocasión de ver el mundo.
En 1935 tuvo su primer trabajo en Cañete, era muy buena colocación, pero casi al llegar un paludismo mortal la aquejó y casi “dobla la esquina”, la trajeron a Lima desahuciada pero los cuidados de su madre y su gran vigor físico logró que superara tan difícil trance. Luego, fue trabajar a la escuela Japonesa ubicada en la Av. Mariátegui en Jesús María, logrando el aprecio del cuerpo directivo y los alumnos, allí aprendió diversas danzas, coreografías, y otros que después enseñaría en sus escuelas de la sierra.
Doña Agripina quedó fascinada por el ambiente cultural de la capital, no se perdió ninguna función de opera ni ballet, era habitúe del teatro Municipal y de las librerías de Lima y tomaba el té en el TEA ROOM del jirón de la Unión, local muy de moda en aquellos años regentado por damas Alemanas que elaborabas unas deliciosas tortas que hacían las delicias de Doña Pina.
Todo iba de maravilla hasta que llegó… la segunda guerra Mundial, como los Japoneses estaban del otro bando fue cerrada su escuela, consiguió otro trabajo y mama Hono, madre al fin, logró que la ubicaran en Chalhuanca a donde llegó como directora de la escuela pública en 1939, causando furor entre los lugareños que se “hacían lenguas” de la nueva directora, inteligente, culta, bondadosa y hermosa como una diosa, era un todo un suerte tenerla allí… pero su destino era otro. Al año siguiente, 1940 vino otro cambio y terminó en su Andahuaylas donde todo empezó, llegó como directora del Jardín de la Infancia, allí encontraría al amor de su vida, se casaría, lo que sigue es otra historia digna de ser contada por uno más “ leído y escribido” que el suscrito.
Escrito en Cañete el 14 de junio de 2009. A pocos años del centenario de mamá Pinita.
(*) Estancia o granja de propiedad de los indicados señores
DAR
DAR… (1936)
Por Agripina Espinoza Hernández
Dar a manos llenas algo que poseemos es hermoso y placentero porque nos proporciona la inmensa ventura de realizar una buena acción, pero no nos fijemos sólo en las dádivas morales que son infinitamente superiores y hacen gozar al que da y al que recibe.
Así demos consuelo a los que gimen sin amparo, alegría a los tristes que oprime algún dolor, luz a los que están sumidos en la ignorancia, demos en fin la mano al caído que espera quien lo levante.
Ofrezcamos por doquier nuestros servicios, nuestra cooperación, nuestra buena voluntad, así ayudaremos a aliviar las múltiples necesidades de la sociedad, pero es preciso desterrar el egoísmo y todo lo que impida ejercitar la bondad de nuestro corazón.
Entreguemos todo lo mejor de nuestro ser: afecto, ternura, amistad, amor, estimación.
¿Qué no todos merecen? No importa, nuestra ley es amar ¿Qué no nos agradecerán? También lo sabemos, lo esencial no es esperar recompensas, lo importante es amarles, considerarles, estimularles.
Otorguemos sin contar, sin esperar retorno, sin sufrir porque no nos comprendan, sin desalentarse porque protesten, aunque haya algunos que no saben recibir el bien que se les hace, Dios agradecerá por ellos.
Demos siempre sin mirar a quien, con la única esperanza de gozar la magnífica dicha que proporciona el dar.
Por Agripina Espinoza Hernández
Dar a manos llenas algo que poseemos es hermoso y placentero porque nos proporciona la inmensa ventura de realizar una buena acción, pero no nos fijemos sólo en las dádivas morales que son infinitamente superiores y hacen gozar al que da y al que recibe.
Así demos consuelo a los que gimen sin amparo, alegría a los tristes que oprime algún dolor, luz a los que están sumidos en la ignorancia, demos en fin la mano al caído que espera quien lo levante.
Ofrezcamos por doquier nuestros servicios, nuestra cooperación, nuestra buena voluntad, así ayudaremos a aliviar las múltiples necesidades de la sociedad, pero es preciso desterrar el egoísmo y todo lo que impida ejercitar la bondad de nuestro corazón.
Entreguemos todo lo mejor de nuestro ser: afecto, ternura, amistad, amor, estimación.
¿Qué no todos merecen? No importa, nuestra ley es amar ¿Qué no nos agradecerán? También lo sabemos, lo esencial no es esperar recompensas, lo importante es amarles, considerarles, estimularles.
Otorguemos sin contar, sin esperar retorno, sin sufrir porque no nos comprendan, sin desalentarse porque protesten, aunque haya algunos que no saben recibir el bien que se les hace, Dios agradecerá por ellos.
Demos siempre sin mirar a quien, con la única esperanza de gozar la magnífica dicha que proporciona el dar.
UNA MUJER ESPECIAL
UNA MUJER ESPECIAL
Por Elisa Yanac Reynoso
La Señora Pina, nace en un época y en un lugar del Perú, en el cual las mujeres no gozaban de un reconocimiento social que fuese más allá de las alabanzas por ser correctas administradoras de la casa, esposas fieles y madres abnegadas, al mismo tiempo que se las mantenía analfabetas en la ciencia, la técnica o el arte. Los padres generalmente, se oponían o veían como inútil y hasta contraproducente educar a las mujeres, por eso es importante reconocer la visión de sus padres, quienes la alentaron por el camino del estudio, del compromiso con sus semejantes y de una fe expresada en una vida con sentido ético. Este apoyo de sus padres aunado a su enorme deseo de estudiar posibilitaron que llegara a estudiar a San Pedro (la meca del magisterio en aquella época) e incluso haya pisado las aulas universitarias. Sólo desde esta mirada contextualizada, podemos valorar tal logro en su real dimensión, ya que desde la perspectiva de hoy podría considerarse un simple hecho cotidiano.
Aún cuando era una mujer hermosa y sana, requisitos suficientes para interesar a un “buen partido”, se casó más allá de los 25 años en una época en la cual el sentido fundamental de la vida de una mujer era casarse, tener hijos y todo ello debía alcanzarlo alrededor de los veinte años de edad; sin embargo, eso no era algo que la desvelara, pues además era inteligente, tenía su trabajo, la compañía de sus libros y muchos sueños de viajar para conocer éste y otros mundos. Sabía que podía y debía tomarse su tiempo para elegir a su esposo con mucho cuidado. Aceptó a don Alfredo, convencida de su inteligencia, fortaleza de carácter y de que sería un buen padre para sus hijos, además de su atractivo físico, por supuesto. Asimismo, cuando la conocí me conmovió ese maravilloso vínculo madre-hijo que la une a Huguito, lo cual ponía en evidencia sin lugar a dudas que ese extraordinario ser, con el cual compartiría mi vida, provenía de una madre extraordinaria.
Fue hija de su época; ya que por las noticias y revistas que leía sin césar, debió haberse enterado de la lucha de las mujeres en el mundo por el derecho al voto, por el acceso a la educación, y del surgimiento del movimiento feminista. Se le podría considerar feminista, pero en el mejor sentido del término, ya que alentaba a las mujeres a estudiar, fomentaba la lectura entre sus colegas, formaba asociaciones de mujeres en donde se encontrara, pero sin tratar de competir con los varones, era una convencida de que la educación era la mejor forma de libertad. A lo largo de su vida mantuvo esta preocupación e interés por el desarrollo de las mujeres lo cual la llevo a promover y celebrar con mucha complacencia la candidatura de una mujer a la presidencia de la República, la presencia de Ministras en el gobierno, y en general, disfrutaba como suyos todos los logros de las mujeres ya sean de índole intelectual, artístico o deportivo, independientemente de su país de origen o de su condición social. En ese espíritu de promover que las mujeres lleguen a lo máximo de su capacidad, me comprometió a obtener el Doctorado, decía que en la familia tenía que haber Doctoras, tomen debida nota sus nietas y las esposas de sus nietos.
Otro aspecto a resaltar en ella es su fluidez en el discurso y su amena conversación. Nunca dejó de pronunciar unas palabras en las celebraciones familiares, siempre con un mensaje cariñoso y esperanzador, o de atender a sus visitas ofreciéndoles lo que tenía pero sobre todo una agradable conversación. Cuando visitaba a Huguito en su casa, y más frecuentemente, cuando me tocó vivir con ella en los tres primeros años de matrimonio, mantuvimos prolongadas conversaciones, me encantaba escuchar sus relatos acerca de sus inicios como maestra, de su noviazgo con don Alfredo, de su matrimonio, del nacimiento de sus hijos, de sus libros, de los espectáculos que disfrutó, de sus frustraciones y de sus sueños; y le gustaba que le contara de mi trabajo y de mis estudios. Pero lo que más admiré en ella fue su agudo sentido de la crítica constructiva. No suele ser ésta una práctica muy frecuente en las personas, y mucho menos en las mujeres, por el contrario, en el imaginario social se le representa a la mujer como quien habla “detrás” de las personas, que disfruta del chisme. Muchas veces la oí hablar con mucho tino, directamente con la persona interesada sobre lo que pensaba, y también a mí me solicitó un par de veces que aclarara sus inquietudes y otras tantas me planteó sugerencias, todo lo cual asumí de buen grado, pues era clara su buena intención, creo que esta actitud mutua nos permitió mantener una conexión especial, además de intereses comunes que compartíamos.
Claro está, que reconocer sus méritos no implica hablar de perfección, y creo que eso es lo más valioso de ella, que desde su imperfección humana ha logrado constituirse en esa persona especial cuya sabiduría y calidad humana impregna todo su ser y su actuar, al punto de dejar huella en sus descendientes y en todos los que la conocimos.
Por Elisa Yanac Reynoso
La Señora Pina, nace en un época y en un lugar del Perú, en el cual las mujeres no gozaban de un reconocimiento social que fuese más allá de las alabanzas por ser correctas administradoras de la casa, esposas fieles y madres abnegadas, al mismo tiempo que se las mantenía analfabetas en la ciencia, la técnica o el arte. Los padres generalmente, se oponían o veían como inútil y hasta contraproducente educar a las mujeres, por eso es importante reconocer la visión de sus padres, quienes la alentaron por el camino del estudio, del compromiso con sus semejantes y de una fe expresada en una vida con sentido ético. Este apoyo de sus padres aunado a su enorme deseo de estudiar posibilitaron que llegara a estudiar a San Pedro (la meca del magisterio en aquella época) e incluso haya pisado las aulas universitarias. Sólo desde esta mirada contextualizada, podemos valorar tal logro en su real dimensión, ya que desde la perspectiva de hoy podría considerarse un simple hecho cotidiano.
Aún cuando era una mujer hermosa y sana, requisitos suficientes para interesar a un “buen partido”, se casó más allá de los 25 años en una época en la cual el sentido fundamental de la vida de una mujer era casarse, tener hijos y todo ello debía alcanzarlo alrededor de los veinte años de edad; sin embargo, eso no era algo que la desvelara, pues además era inteligente, tenía su trabajo, la compañía de sus libros y muchos sueños de viajar para conocer éste y otros mundos. Sabía que podía y debía tomarse su tiempo para elegir a su esposo con mucho cuidado. Aceptó a don Alfredo, convencida de su inteligencia, fortaleza de carácter y de que sería un buen padre para sus hijos, además de su atractivo físico, por supuesto. Asimismo, cuando la conocí me conmovió ese maravilloso vínculo madre-hijo que la une a Huguito, lo cual ponía en evidencia sin lugar a dudas que ese extraordinario ser, con el cual compartiría mi vida, provenía de una madre extraordinaria.
Fue hija de su época; ya que por las noticias y revistas que leía sin césar, debió haberse enterado de la lucha de las mujeres en el mundo por el derecho al voto, por el acceso a la educación, y del surgimiento del movimiento feminista. Se le podría considerar feminista, pero en el mejor sentido del término, ya que alentaba a las mujeres a estudiar, fomentaba la lectura entre sus colegas, formaba asociaciones de mujeres en donde se encontrara, pero sin tratar de competir con los varones, era una convencida de que la educación era la mejor forma de libertad. A lo largo de su vida mantuvo esta preocupación e interés por el desarrollo de las mujeres lo cual la llevo a promover y celebrar con mucha complacencia la candidatura de una mujer a la presidencia de la República, la presencia de Ministras en el gobierno, y en general, disfrutaba como suyos todos los logros de las mujeres ya sean de índole intelectual, artístico o deportivo, independientemente de su país de origen o de su condición social. En ese espíritu de promover que las mujeres lleguen a lo máximo de su capacidad, me comprometió a obtener el Doctorado, decía que en la familia tenía que haber Doctoras, tomen debida nota sus nietas y las esposas de sus nietos.
Otro aspecto a resaltar en ella es su fluidez en el discurso y su amena conversación. Nunca dejó de pronunciar unas palabras en las celebraciones familiares, siempre con un mensaje cariñoso y esperanzador, o de atender a sus visitas ofreciéndoles lo que tenía pero sobre todo una agradable conversación. Cuando visitaba a Huguito en su casa, y más frecuentemente, cuando me tocó vivir con ella en los tres primeros años de matrimonio, mantuvimos prolongadas conversaciones, me encantaba escuchar sus relatos acerca de sus inicios como maestra, de su noviazgo con don Alfredo, de su matrimonio, del nacimiento de sus hijos, de sus libros, de los espectáculos que disfrutó, de sus frustraciones y de sus sueños; y le gustaba que le contara de mi trabajo y de mis estudios. Pero lo que más admiré en ella fue su agudo sentido de la crítica constructiva. No suele ser ésta una práctica muy frecuente en las personas, y mucho menos en las mujeres, por el contrario, en el imaginario social se le representa a la mujer como quien habla “detrás” de las personas, que disfruta del chisme. Muchas veces la oí hablar con mucho tino, directamente con la persona interesada sobre lo que pensaba, y también a mí me solicitó un par de veces que aclarara sus inquietudes y otras tantas me planteó sugerencias, todo lo cual asumí de buen grado, pues era clara su buena intención, creo que esta actitud mutua nos permitió mantener una conexión especial, además de intereses comunes que compartíamos.
Claro está, que reconocer sus méritos no implica hablar de perfección, y creo que eso es lo más valioso de ella, que desde su imperfección humana ha logrado constituirse en esa persona especial cuya sabiduría y calidad humana impregna todo su ser y su actuar, al punto de dejar huella en sus descendientes y en todos los que la conocimos.
Pequeña Poesia
PEQUEÑA POESÍA
Por Cesar Vasquez
Me gustan las flores
Porque hacen que el alma
Se asome y brille
En el rostro de las personas.
Amo las palabras y los libros
Porque dan vida a la vida
Siembran sueños
Construyen realidades
Me gustan los caminos
Porque nos llevan a conocer
La diversidad del mundo
Quinua de mil colores
Amo a los niños, a los jóvenes
Porque traen en sus ojos
Pinceles de esperanza y cambio
Me gusta la tiza y la pizarra
Porque permiten la siembra
En las profundidades del alma
Amo las fuentes y los ríos
Porque fecundan la tierra
Limpian nuestras almas
Me gusta hablar con las mujeres
Porque dos son más que una
Y muchas son el futuro
Amo los platillos voladores
Porque traen los mensajes
Que un corazón limpio sabe entender
Pero sobre todo amo el amor
Porque es el Supremo en esencia
Son los hijos, las entrañas
La madre inagotable
El compañero de la vida
Fuente, objetivo, Universo
Concentrado de energía
Que todo lo puede, lo limpia
Lo perdona todo, invita a la paz
Por Cesar Vasquez
Me gustan las flores
Porque hacen que el alma
Se asome y brille
En el rostro de las personas.
Amo las palabras y los libros
Porque dan vida a la vida
Siembran sueños
Construyen realidades
Me gustan los caminos
Porque nos llevan a conocer
La diversidad del mundo
Quinua de mil colores
Amo a los niños, a los jóvenes
Porque traen en sus ojos
Pinceles de esperanza y cambio
Me gusta la tiza y la pizarra
Porque permiten la siembra
En las profundidades del alma
Amo las fuentes y los ríos
Porque fecundan la tierra
Limpian nuestras almas
Me gusta hablar con las mujeres
Porque dos son más que una
Y muchas son el futuro
Amo los platillos voladores
Porque traen los mensajes
Que un corazón limpio sabe entender
Pero sobre todo amo el amor
Porque es el Supremo en esencia
Son los hijos, las entrañas
La madre inagotable
El compañero de la vida
Fuente, objetivo, Universo
Concentrado de energía
Que todo lo puede, lo limpia
Lo perdona todo, invita a la paz
GRACIAS PROFESORA ETERNAMENTE
GRACIAS PROFESORA GRACIAS ETERNAMENTE
Por Ciro Echegaray Ortiz.
Mi nombre es Ciro Echegaray Ortiz, de 70 años de edad la fecha. Soy su alumnito del año 1944 de la “Escuelita Fiscal Mixta” de la provincia de Andahuaylas distrito de Andahuaylas, Ubicada en el Jirón Plateros a media cuadra de la Alameda del Rio Chumbao.
ABRIL DE 1944.
Transición era nuestra sección, todos éramos varones, esperamos con tanta ansiedad la presencia en el Aula de la Señorita Agripina Espinoza, pero no fue así, frente a nosotros estaba la Profesora Bonita, No era la que esperábamos, en nuestras casas nos aseguraban como profesora a la señorita Agripina.
Pasaba las semanas y no estábamos adaptándonos al método de enseñanza “FUERTE Y RIGIDO” Llamaba la atención con su látigo de la rama del árbol de sauce llorón, esto era para los distraídos, actitud que nos asustaba mucho.
Acordamos en varias oportunidades cerrar la puerta del aula apilando las carpetas para que no entrara la Profesora Bonita, pero desistíamos, …
… despues de varios días, tomamos la decisión de salirnos sigilosamente en la hora del recreo con dirección a la Alameda del Rio Chumbao, para treparnos en los arboles del sauce llorón. Concluido el recreo posiblemente nos echaron de menos, al poco rato aparecio el Director al pie del arbol y dijo: Ya te encontré Ciro, Bajen todos con cuidado. ¿Estan jugando a las escondidas? !No Maestro¡ Nos escondemos de la Señorita Bonita, (como cuando en la casa nos molestan muchoy nos encerramos en el dormitorio escondidos y bajo el catre.
-Entonces ¿Qué quieren? … y la respuesta fue unánime:
! QUEREMOS A LA SEÑORITA AGRIPINA ¡… ! QUEREMOS A LA SEÑORITA AGRIPINA ¡…
Luego de muchas reflexiones el Director dijo, vayan a su Aula en un momento mas.
Cuando ingresamos al Aula !Oh sorpresa¡, Todos la rodeábamos, y la tocamos para comprobar si era de verdad; luego escuchamos la primera lección.
Niños a sus sitios, … Queridos Alumnitos a partir de ahora seré vuestra Profesora y tenemos que entendernos muy bien.
Todos pongan en limpio sus pizarras (teníamos una pizarrita de carbón con marco de madera y en la parte superior instaladas un ábaco)
LECCION UNO. Escriban las vocales que recuerden.
LECCION DOS. Anoten el resultado de la suma 2 más 9. …
Luego de un rato…. ¿Listos? Todos respondieron !!!!! Siiii ¡¡¡¡¡ Todos a correr, no, no, no a sus sitios ordena con una voz dulce, una sonrisa flor de labios y con un andar cadencioso revisa la lección de carpeta en carpeta.
Cada uno esperaba su voz y ver su dulce mirada, a otros les acariciaba la cabecita y les regalaba una sonrisa de Madre Amorosa, sospechábamos eso era a los que necesitaban nivelación, !Que tal Cambio¡, ya no había reproches que asustaban.
Finalmente dijo !todos están bien¡, Sólo falta un pequeño ajuste mas, desde ese momento ya no existía malos, ni regulares, !todos éramos buenos¡.
ESTE ESTIMULO FUE LA BASE DE NUESTRO FUTURO Y ASI FUE.
Pasados los mese avanzamos bastante, sabíamos leer y escribir de acuerdo a nuestro nivel. Pasamos a la etapa del cuaderno Fiscal para escribir con tinta las lecciones. Esta es otra etapa de nuestra vida, creo que fue un premio de haber aprendido a asimilar las enseñanzas que nos impartía la señorita Agripina, particularmente para mí fue una base formidable con la que me realice y alcanzado los objetivos que me trace. Gracias Profesora Muchas Gracias Eternamente.
Me siento el hombre más feliz y privilegiado de la tierra, porque MI PROFESORA AGRIPINA a sus casi 100 años de edad sigue orientándome, transmitiendo calor y amor de siempre y quiero que participen del presente testimonio de puño y letra de mi Señorita transcribo a continuación:
PARA MI QUERIDO ALUMNO CIRO EECHEGARAY, CON MUCHO CARIÑO:
CUANTA ALEGRIA ME CAUSA QUE UN ALUMNITO MIO, SE ACUERDE DE SU PROFESORA DE TANTOS AÑOS. RUEGO A DIOS QUE LE BENDIGA SIEMPRE A ÉL Y A SU FAMILIA Y QUE SIEMPRE SEA GRATO A TODA PERSONA QUE LE OFRESCA SUS AFECTOS Y AMISTAD. Con mucho cariño su profesora Celia Agripina Espinoza.
Muchas gracias querida profesora Agripina, y que Dios le conceda salud y vida para felicidad de su familia y de todos los que le queremos.
La quiero señorita, grande !hasta el cielo¡
Su alumnito.
Ciro.
23.Jun.2009
Por Ciro Echegaray Ortiz.
Mi nombre es Ciro Echegaray Ortiz, de 70 años de edad la fecha. Soy su alumnito del año 1944 de la “Escuelita Fiscal Mixta” de la provincia de Andahuaylas distrito de Andahuaylas, Ubicada en el Jirón Plateros a media cuadra de la Alameda del Rio Chumbao.
ABRIL DE 1944.
Transición era nuestra sección, todos éramos varones, esperamos con tanta ansiedad la presencia en el Aula de la Señorita Agripina Espinoza, pero no fue así, frente a nosotros estaba la Profesora Bonita, No era la que esperábamos, en nuestras casas nos aseguraban como profesora a la señorita Agripina.
Pasaba las semanas y no estábamos adaptándonos al método de enseñanza “FUERTE Y RIGIDO” Llamaba la atención con su látigo de la rama del árbol de sauce llorón, esto era para los distraídos, actitud que nos asustaba mucho.
Acordamos en varias oportunidades cerrar la puerta del aula apilando las carpetas para que no entrara la Profesora Bonita, pero desistíamos, …
… despues de varios días, tomamos la decisión de salirnos sigilosamente en la hora del recreo con dirección a la Alameda del Rio Chumbao, para treparnos en los arboles del sauce llorón. Concluido el recreo posiblemente nos echaron de menos, al poco rato aparecio el Director al pie del arbol y dijo: Ya te encontré Ciro, Bajen todos con cuidado. ¿Estan jugando a las escondidas? !No Maestro¡ Nos escondemos de la Señorita Bonita, (como cuando en la casa nos molestan muchoy nos encerramos en el dormitorio escondidos y bajo el catre.
-Entonces ¿Qué quieren? … y la respuesta fue unánime:
! QUEREMOS A LA SEÑORITA AGRIPINA ¡… ! QUEREMOS A LA SEÑORITA AGRIPINA ¡…
Luego de muchas reflexiones el Director dijo, vayan a su Aula en un momento mas.
Cuando ingresamos al Aula !Oh sorpresa¡, Todos la rodeábamos, y la tocamos para comprobar si era de verdad; luego escuchamos la primera lección.
Niños a sus sitios, … Queridos Alumnitos a partir de ahora seré vuestra Profesora y tenemos que entendernos muy bien.
Todos pongan en limpio sus pizarras (teníamos una pizarrita de carbón con marco de madera y en la parte superior instaladas un ábaco)
LECCION UNO. Escriban las vocales que recuerden.
LECCION DOS. Anoten el resultado de la suma 2 más 9. …
Luego de un rato…. ¿Listos? Todos respondieron !!!!! Siiii ¡¡¡¡¡ Todos a correr, no, no, no a sus sitios ordena con una voz dulce, una sonrisa flor de labios y con un andar cadencioso revisa la lección de carpeta en carpeta.
Cada uno esperaba su voz y ver su dulce mirada, a otros les acariciaba la cabecita y les regalaba una sonrisa de Madre Amorosa, sospechábamos eso era a los que necesitaban nivelación, !Que tal Cambio¡, ya no había reproches que asustaban.
Finalmente dijo !todos están bien¡, Sólo falta un pequeño ajuste mas, desde ese momento ya no existía malos, ni regulares, !todos éramos buenos¡.
ESTE ESTIMULO FUE LA BASE DE NUESTRO FUTURO Y ASI FUE.
Pasados los mese avanzamos bastante, sabíamos leer y escribir de acuerdo a nuestro nivel. Pasamos a la etapa del cuaderno Fiscal para escribir con tinta las lecciones. Esta es otra etapa de nuestra vida, creo que fue un premio de haber aprendido a asimilar las enseñanzas que nos impartía la señorita Agripina, particularmente para mí fue una base formidable con la que me realice y alcanzado los objetivos que me trace. Gracias Profesora Muchas Gracias Eternamente.
Me siento el hombre más feliz y privilegiado de la tierra, porque MI PROFESORA AGRIPINA a sus casi 100 años de edad sigue orientándome, transmitiendo calor y amor de siempre y quiero que participen del presente testimonio de puño y letra de mi Señorita transcribo a continuación:
PARA MI QUERIDO ALUMNO CIRO EECHEGARAY, CON MUCHO CARIÑO:
CUANTA ALEGRIA ME CAUSA QUE UN ALUMNITO MIO, SE ACUERDE DE SU PROFESORA DE TANTOS AÑOS. RUEGO A DIOS QUE LE BENDIGA SIEMPRE A ÉL Y A SU FAMILIA Y QUE SIEMPRE SEA GRATO A TODA PERSONA QUE LE OFRESCA SUS AFECTOS Y AMISTAD. Con mucho cariño su profesora Celia Agripina Espinoza.
Muchas gracias querida profesora Agripina, y que Dios le conceda salud y vida para felicidad de su familia y de todos los que le queremos.
La quiero señorita, grande !hasta el cielo¡
Su alumnito.
Ciro.
23.Jun.2009
LA SEÑORITA AGRIPINA (Novela)
LA SEÑORITA AGRIPINA (Novela)
Escrito Por Alfredo L. Vásquez Espinoza
Era 1908, cuando vi a Hono, era la ciudad del Cusco como escenario de fondo, esas ruinas incaicas, el colegio Educandas, la plaza de armas, que lugares mágicos, el colegio Salesianos de Cusco y Yucay.
Era el Domingo, 23 de junio de 1907, la víspera de la fiesta del Cusco, el sábado por la noche estuvimos cantando canciones religiosas en honor a San Juan, la noche del 22 no me imagine que al día siguiente conocería a Hono, quien era una Colegiala del Internado del Colegio para señoritas de Educandas, su cara me pareció angelical, sus suaves facciones, su sonrisa discreta, la determinación que había en su mirada, ese domingo nos levantamos a las 06 de la mañana como todos los días, bajamos a las duchas, y subimos las escaleras en tropel, cual maratón al cielo, nos pusimos el traje dominguero, que consistía en un pantalón y saco de color azul marino, con camisa blanca de algodón perfectamente almidonada, y corbata de color guinda; esa mañana como todos los domingos no tomábamos desayuno, hasta después de volver de misa, la misa era a las nueve de la mañana en la iglesia de la Compañía de Jesús, que estaba en la plaza de Armas de la ciudad del Cusco, a pocos metros de la imponente catedral de Cusco.
La misa era a las nueve de la mañana, todos éramos jóvenes del Cusco o de los alrededores, como era mi caso, que venía desde Toraya, Aymaraes, Apurímac, tenía la suerte de tener un tío perteneciente a la curia, hermano de mi padre don …. Espinoza, Mi tío el Cura Espinoza, me recomendó en la nueva escuela Agrícola y de Artes y Oficios, todos los jóvenes, rezamos en la capilla del Colegio, hasta las ocho de la mañana, para bajar de manera ordenada por la empedrada calle de Suecia, llegamos a la plaza de armas que se levantaba tan imponente, tan majestuosa, con tanta piedra en su construcción que parecía eterna.
Dimos la vuelta por dentro de los portales de la plaza, cruzamos la calle de procuradores, seguimos por los portales, cruzamos por espaderos, seguíamos dentro de los portales, luego cruzamos la calle del medio, seguimos caminando hasta donde aparecía mágicamente el rio Huatanay, por dentro de las casa, para desembocar en el borde de la plaza de armas, cruzamos por la puerta de la Universidad San Antonio Abad, que se veía magnifica e imponente, hasta que llegamos a la puerta de la compañía, todos, en silencio, todos anonadados, por esa plaza, todos con ganas de vivir, luego entramos por la puerta pequeña, del lado derecho, al ingresar, sentimos la presencia del espíritu santo, dentro de ese recinto tan bellamente ornamentado, la mismísima casa de Dios.
Nos colocamos al final del lado derecho de las bancas, muy cerca de la puerta, estuvimos rezando en silencio, mirando, de manera discreta el enorme edificio, que dejaba pasar los rayos de luz del sol transformando el lugar en un espectáculo de luz y sombras.
Luego de un instante paso por nuestro costado derecho una enorme delegación de damitas del Colegio educandas, que también venían a misa, que tropel, que silencio, no se distinguía ningún rostro, todas ellas igualitas, con su uniforme gris oscuro, con cuellos de color blanco, y bordados singulares, y cubrían sus cabezas unos velos de color blanco, totalmente tupidos, donde era imposible reconocer a alguien. Pero, solo era cuestión de hacerse a la tenue luz de la Iglesia de Jesús, para ver que el velo no cubría la cara de las niñas, el velo solo cubría su cabello, y sus rostros se veían diminutos, se podía ver sus enormes ojos, su nariz y sus labios.
Llegaron las familias cusqueñas a oír la misa de las nueve, las familias más antiguas pasaron a tomar asiento en las primeras filas que los aguardaban silenciosas, la comitiva era casi similar, llegaba el principal, seguido por su señora, seguían la abuelita, cosa rara no había abuelitos, casi todas las señoras mayores eran mujeres, luego estaban los jovenzuelos, con un hormigueo interno que se dejaba resaltar de manera discreta, luego venían las damitas de la casa, …… acompañadas por las tías solteronas, detrás venia el personal de servicio cargando a los niños, tanto a los pequeñuelos de 3 y 4 años así como a los niños de año, los recién nacidos estaban exentos de cumplir el mandato de ir a misa los domingos. Cada familia tenía por lo menos 10 hijos, era una época de renacimiento.
Por el sonido que hacían los caballos de silla muchas familias llegaban de sus haciendas montados en hermosas acémilas, que no las veía por mi posición dentro de la iglesia pero si las podía escuchar, y sentir su brío por el sonido de sus pisadas y de sus bien herrados cascos.
En un santiamén la iglesia se lleno, algo que me llamo la atención fue que a este templo no ingresaron los nativos del Cusco, que si lo hacían a otras templos, como los de mi pueblo en Aymaraes, lo intuía aun cuando no estaba seguro de que pasaba, este era un templo para blancos y criollos únicamente aun cuando ya nacía el siglo 20.
La misa fue larguísima, fue cantada en latín, duro casi dos horas, todos los jóvenes estábamos allí a pie firme participando pasivamente de esa bien cantada misa de domingo, el cura se dirigió al pulpito y desde allí nos dio una arenga sobre la conducta y la moral, sobre como guardar el cuerpo que estaba consagrado a Dios. Luego vino la comunión, a la que acudimos en fila de uno, allí me di de cara con ese bello rostro que volvía de la comunión, tenía la cara de una santa, era la última de la fila, pero ¿Quién era? ¿De dónde salió? Porque era diferente a las demás, si todas las niñas parecían iguales.
Termino la misa y escuchamos algo así como vayan en paz. Salimos como entramos en silencio, las familias daban la vuelta a la plaza de armas, en sentido anti horario. Los padres salesianos habían hecho traer el desayuno que nos correspondía a la puerta del Templo, allí dos mamachas, que tenían sus quipis nos dieron chocolate a los 30 muchachos del internado del Salesiano, acompañados por unos biscochos dulces. Los dos padres que nos acompañaban también tomaros sus respectivos chocolates, cuidando sus sotanas domingueras.
La orden fue sencilla, podíamos dar una vuelta a la plaza, antes de partir rumbo al colegio después de las 12 para iniciar el almuerzo del domingo, los alumnos que tenían familia en la ciudad del Cusco podrían ir a almorzar con ellos, los alumnos de provincia debían retornar al colegio a almorzar.
Fue en esa primera vuelta a la plaza, que me cruce nuevamente con ese rostro angelical, y pregunte abiertamente a mi compañero, sabes quién es? El de inmediato me contesto es la señorita Honorata Hernandez Osorio de Andahuaylas, Pampachiri. Oh, quede mudo, tenía un rostro y un nombre, era un ángel real, un ángel verdadero.
Muchos años más tarde nació mi tercera hija, un día igual al día que conocí a mi amada esposa, ese martes, 23 de Junio de 1914, llame a mi hija de la misma manera como hacía años habían nombrado a su mamá, eres le dije la señorita Agripina. – Así habló, Leoncio Espinoza Cancho-
• Los primeros Salesianos que llegaron a la ciudad imperial fueron los padres Ciriaco Santinelli y Alfredo Sacheti en 1903. Partieron de Arequipa y fueron recibidos con gran alegría. El 27 de setiembre del mismo año, el Obispo y los salesianos firmaron un convenio, el cual estipulaba la apertura de la primera Escuela Agrícola y de Artes y oficios, que debían verificarse en 1904. Sin embargo, la presencia de Salesiana se hizo realidad todavía en 1905. Se comenta con gran alegría esos momentos. De Lima parte el padre Santinelli con el personal destinado a la casa del Sur. Luego de breve permanencia en la Ciudad Blanca, viaja al Cusco el 21 de febrero de 1905, en compañía del padre Miguel Baldi.
Escrito Por Alfredo L. Vásquez Espinoza
Era 1908, cuando vi a Hono, era la ciudad del Cusco como escenario de fondo, esas ruinas incaicas, el colegio Educandas, la plaza de armas, que lugares mágicos, el colegio Salesianos de Cusco y Yucay.
Era el Domingo, 23 de junio de 1907, la víspera de la fiesta del Cusco, el sábado por la noche estuvimos cantando canciones religiosas en honor a San Juan, la noche del 22 no me imagine que al día siguiente conocería a Hono, quien era una Colegiala del Internado del Colegio para señoritas de Educandas, su cara me pareció angelical, sus suaves facciones, su sonrisa discreta, la determinación que había en su mirada, ese domingo nos levantamos a las 06 de la mañana como todos los días, bajamos a las duchas, y subimos las escaleras en tropel, cual maratón al cielo, nos pusimos el traje dominguero, que consistía en un pantalón y saco de color azul marino, con camisa blanca de algodón perfectamente almidonada, y corbata de color guinda; esa mañana como todos los domingos no tomábamos desayuno, hasta después de volver de misa, la misa era a las nueve de la mañana en la iglesia de la Compañía de Jesús, que estaba en la plaza de Armas de la ciudad del Cusco, a pocos metros de la imponente catedral de Cusco.
La misa era a las nueve de la mañana, todos éramos jóvenes del Cusco o de los alrededores, como era mi caso, que venía desde Toraya, Aymaraes, Apurímac, tenía la suerte de tener un tío perteneciente a la curia, hermano de mi padre don …. Espinoza, Mi tío el Cura Espinoza, me recomendó en la nueva escuela Agrícola y de Artes y Oficios, todos los jóvenes, rezamos en la capilla del Colegio, hasta las ocho de la mañana, para bajar de manera ordenada por la empedrada calle de Suecia, llegamos a la plaza de armas que se levantaba tan imponente, tan majestuosa, con tanta piedra en su construcción que parecía eterna.
Dimos la vuelta por dentro de los portales de la plaza, cruzamos la calle de procuradores, seguimos por los portales, cruzamos por espaderos, seguíamos dentro de los portales, luego cruzamos la calle del medio, seguimos caminando hasta donde aparecía mágicamente el rio Huatanay, por dentro de las casa, para desembocar en el borde de la plaza de armas, cruzamos por la puerta de la Universidad San Antonio Abad, que se veía magnifica e imponente, hasta que llegamos a la puerta de la compañía, todos, en silencio, todos anonadados, por esa plaza, todos con ganas de vivir, luego entramos por la puerta pequeña, del lado derecho, al ingresar, sentimos la presencia del espíritu santo, dentro de ese recinto tan bellamente ornamentado, la mismísima casa de Dios.
Nos colocamos al final del lado derecho de las bancas, muy cerca de la puerta, estuvimos rezando en silencio, mirando, de manera discreta el enorme edificio, que dejaba pasar los rayos de luz del sol transformando el lugar en un espectáculo de luz y sombras.
Luego de un instante paso por nuestro costado derecho una enorme delegación de damitas del Colegio educandas, que también venían a misa, que tropel, que silencio, no se distinguía ningún rostro, todas ellas igualitas, con su uniforme gris oscuro, con cuellos de color blanco, y bordados singulares, y cubrían sus cabezas unos velos de color blanco, totalmente tupidos, donde era imposible reconocer a alguien. Pero, solo era cuestión de hacerse a la tenue luz de la Iglesia de Jesús, para ver que el velo no cubría la cara de las niñas, el velo solo cubría su cabello, y sus rostros se veían diminutos, se podía ver sus enormes ojos, su nariz y sus labios.
Llegaron las familias cusqueñas a oír la misa de las nueve, las familias más antiguas pasaron a tomar asiento en las primeras filas que los aguardaban silenciosas, la comitiva era casi similar, llegaba el principal, seguido por su señora, seguían la abuelita, cosa rara no había abuelitos, casi todas las señoras mayores eran mujeres, luego estaban los jovenzuelos, con un hormigueo interno que se dejaba resaltar de manera discreta, luego venían las damitas de la casa, …… acompañadas por las tías solteronas, detrás venia el personal de servicio cargando a los niños, tanto a los pequeñuelos de 3 y 4 años así como a los niños de año, los recién nacidos estaban exentos de cumplir el mandato de ir a misa los domingos. Cada familia tenía por lo menos 10 hijos, era una época de renacimiento.
Por el sonido que hacían los caballos de silla muchas familias llegaban de sus haciendas montados en hermosas acémilas, que no las veía por mi posición dentro de la iglesia pero si las podía escuchar, y sentir su brío por el sonido de sus pisadas y de sus bien herrados cascos.
En un santiamén la iglesia se lleno, algo que me llamo la atención fue que a este templo no ingresaron los nativos del Cusco, que si lo hacían a otras templos, como los de mi pueblo en Aymaraes, lo intuía aun cuando no estaba seguro de que pasaba, este era un templo para blancos y criollos únicamente aun cuando ya nacía el siglo 20.
La misa fue larguísima, fue cantada en latín, duro casi dos horas, todos los jóvenes estábamos allí a pie firme participando pasivamente de esa bien cantada misa de domingo, el cura se dirigió al pulpito y desde allí nos dio una arenga sobre la conducta y la moral, sobre como guardar el cuerpo que estaba consagrado a Dios. Luego vino la comunión, a la que acudimos en fila de uno, allí me di de cara con ese bello rostro que volvía de la comunión, tenía la cara de una santa, era la última de la fila, pero ¿Quién era? ¿De dónde salió? Porque era diferente a las demás, si todas las niñas parecían iguales.
Termino la misa y escuchamos algo así como vayan en paz. Salimos como entramos en silencio, las familias daban la vuelta a la plaza de armas, en sentido anti horario. Los padres salesianos habían hecho traer el desayuno que nos correspondía a la puerta del Templo, allí dos mamachas, que tenían sus quipis nos dieron chocolate a los 30 muchachos del internado del Salesiano, acompañados por unos biscochos dulces. Los dos padres que nos acompañaban también tomaros sus respectivos chocolates, cuidando sus sotanas domingueras.
La orden fue sencilla, podíamos dar una vuelta a la plaza, antes de partir rumbo al colegio después de las 12 para iniciar el almuerzo del domingo, los alumnos que tenían familia en la ciudad del Cusco podrían ir a almorzar con ellos, los alumnos de provincia debían retornar al colegio a almorzar.
Fue en esa primera vuelta a la plaza, que me cruce nuevamente con ese rostro angelical, y pregunte abiertamente a mi compañero, sabes quién es? El de inmediato me contesto es la señorita Honorata Hernandez Osorio de Andahuaylas, Pampachiri. Oh, quede mudo, tenía un rostro y un nombre, era un ángel real, un ángel verdadero.
Muchos años más tarde nació mi tercera hija, un día igual al día que conocí a mi amada esposa, ese martes, 23 de Junio de 1914, llame a mi hija de la misma manera como hacía años habían nombrado a su mamá, eres le dije la señorita Agripina. – Así habló, Leoncio Espinoza Cancho-
• Los primeros Salesianos que llegaron a la ciudad imperial fueron los padres Ciriaco Santinelli y Alfredo Sacheti en 1903. Partieron de Arequipa y fueron recibidos con gran alegría. El 27 de setiembre del mismo año, el Obispo y los salesianos firmaron un convenio, el cual estipulaba la apertura de la primera Escuela Agrícola y de Artes y oficios, que debían verificarse en 1904. Sin embargo, la presencia de Salesiana se hizo realidad todavía en 1905. Se comenta con gran alegría esos momentos. De Lima parte el padre Santinelli con el personal destinado a la casa del Sur. Luego de breve permanencia en la Ciudad Blanca, viaja al Cusco el 21 de febrero de 1905, en compañía del padre Miguel Baldi.
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